Vuelve y juega: el futuro de Monómeros se convierte en el epicentro de la atención en lo que concierne a la relación entre Colombia y Venezuela.

Justo cuando se conocen los nombramientos de los embajadores que tendrán la misión de restablecer las relaciones diplomáticas, comerciales y militares entre las dos naciones tras la posesión de Gustavo Petro como presidente de la República, se conoció que la Cámara de Comercio de Barranquilla, en respuesta a una oposición de la propia Monómeros, negó la solicitud de registro de una nueva junta directiva, solicitado por el gobierno de Nicolás Maduro a través de Pequiven en su cuarto intento por retomar el control de la llamada ‘joya de la corona’ agroindustrial para Colombia, en donde atiende el 40 % del mercado de fertilizantes que demandan los agricultores nacionales, y en donde genera una cadena de valor de la que dependen en total unos 15 mil empleos.

De semejante tamaño es lo que está en juego en este ajedrez político en el que se ha convertido la relación entre dos países que por años han compartido más de 2 mil kilómetros de frontera, y que rompieron todo vínculo –sin ningún canal de comunicación posible– desde hace siete años, quebrando de paso todo el tejido empresarial y comercial que se generaba por el intenso intercambio.

El actual clima bilateral propiciado por la llegada al poder de Gustavo Petro pareciera haber impulsado, ahora sí, con mayor determinación la idea de Nicolás Maduro de recuperar uno de los activos más importantes de Venezuela en el exterior, manejado por el gobierno interino de Juan Guaidó desde abril de 2019.

Ya como presidente, Petro tuvo una primera referencia sobre Monómeros el pasado martes para decir que estaba “casi que quebrada”; sin embargo, ese mismo día la Superintendencia de Sociedades exoneró a la compañía de la medida de control que mantenía sobre ella desde 2021 y lo remitió al grado de supervisión por el cumplimiento del plan de mejoramiento que suscribió.

En una segunda intervención ayer expresó la importancia de la empresa filial de Pequiven para buscar reducir el precio de los alimentos en Colombia, recalcando su ubicación en Barranquilla, pero que “es de propiedad colombo-venezolana”.

Desde distintos sectores analizan, unos con prevención y otros con optimismo, lo que podrá ser el rumbo de Monómeros bajo el nuevo panorama de la relación bilateral. Amanecerá y ya veremos si la quinta es la vencida para Maduro y recuperará finalmente el manejo de la empresa, fundamental para el sector agroindustrial colombiano. Si lo logra, lo que se preguntan es si Estados Unidos volverá a levantar la licencia de su Oficina de Control de Bienes Extranjeros y se pondrá en riesgo nuevamente la estabilidad de la compañía. Mucho en juego y ya registraremos cuál es el fin de esta partida en el tablero político que involucra a Colombia, Venezuela y Estados Unidos.