Liquidar Air-e y transferir su operación a la estatal Gecelca parece ser una decisión tomada ya por el Gobierno. De ello hablamos desde hace semanas. Inicialmente, como el borrador de un documento Conpes, a cargo del Ministerio de Minas y Energía, revelado en agosto por EL HERALDO, y ahora como una solución –aparentemente– posible a la fallida situación de la compañía que atiende a 1.3 millones de usuarios en Atlántico, Magdalena y La Guajira.

A simple vista, este plan de salvamento, que pretende asegurar la prestación del servicio ante el inminente colapso de la comercializadora, consecuencia –sobre todo– del errático manejo de la Superservicios y su carrandanga de interventores desde septiembre de 2024, deja entrever una serie de cuellos de botella que podrían conducirlo al traste en segundos.

El primero es que la solución empresarial propuesta, para que Gecelca asuma la deuda de Air-e, al tiempo que le transfieren activos y pasivos por el mismo valor, con el propósito de que la operación sea costo cero, sería inviable. Voces autorizadas, como la del exministro Amylkar Acosta, estiman que Gecelca, una compañía de generación de energía eléctrica con carbón que opera dos centrales térmicas en el Caribe, no podría generar y comercializar al mismo tiempo, porque “la ley prohíbe la integración vertical”. Para él, “es un globo al aire”.

Y aunque el excongresista César Lorduy lo rebate, al señalar que la norma sí lo permite, el hecho es que el Gobierno parece no calcular el riesgo que representa para la sostenibilidad financiera de Gecelca, una empresa estatal rentable, responsabilizarla del desangre de Air-e o como se llame en el futuro la heredera de Electricaribe, que también debió ser liquidada.

Ese es el segundo gran escollo de la apuesta del señor Palma y compañía. Los dramáticos números de Air-e hablan por sí solos: la empresa deja de recibir $185 mil millones al mes, su deuda asciende a más de $3,6 billones y necesitaría al menos $1,5 billones para ejecutar inversiones de modernización urgentes. Sin un nuevo modelo de prestación del servicio que transforme el sistema, que lo haga sostenible en lo operativo y financiero, mientras resuelve de fondo los problemas estructurales del mercado eléctrico del Caribe: bajo recaudo y altas pérdidas técnicas y no técnicas o fraudes, las crisis volverán a aparecer cuando se agote el espacio de vida útil de las soluciones cosméticas que se implementan cada cierto tiempo.

Sustenta el Gobierno su iniciativa en que Gecelca genere energía y se la venda a ella misma, a través de una contratación directa, para reducir la exposición a la bolsa, es decir, al volátil mercado diario de precios más costosos, debido a que Air-e intervenida no firmó contratos a largo plazo para 2026. Con ese mismo fin, para cubrir la demanda de los departamentos, el plan también contempla la compra de Tebsa, el mayor generador térmico del país, del que Gecelca tiene un porcentaje, mas no es el controlante. Y aquí surge el tercer obstáculo. EL HERALDO conoció de buena fuente que a los socios mayoritarios de Tebsa, compañía avaluada en más de USD$ 1.500 millones, no les interesa el negocio, aunque sí sospechan que la falta de pagos de Air-e puede ser una indebida forma de presión para que accedan.

Las preguntas obligadas resultan evidentes: ¿En serio se justifica emprender tan complejas operaciones societarias para reducir la exposición a bolsa de Air-e intervenida o de lo que quede de ella tras su liquidación? O, dicho de otra manera, ¿tendrá este Gobierno, que está de salida, el tiempo suficiente para poner en marcha su plan? Y una más, ¿el Ministerio de Hacienda destinará los recursos públicos requeridos, a través del Fondo Empresarial de la Superservicios, para, por un lado, liquidar a Air-e y, por el otro, inyectarle capital a Gecelca?

Es una millonaria caja de Pandora de recursos públicos que se abriría en plena temporada electoral, lo que agudiza la desconfianza institucional originada por los penosos indicadores financieros y de desempeño de Air-e intervenida. De nada sirve volver a liquidar, cambiar de nombre, burlar a los acreedores para comenzar de cero, sin aprender de los errores de siempre. El asunto es mucho más profundo que tratar de sacarse de la manga un nuevo operador público o privado, para condenarlo a un fracaso seguro, sin que se tenga una hoja de ruta clara que garantice confianza, eficiencia y, algo que se echa en falta, transparencia.

Convertir a Gecelca en el salvavidas de Air-e puede sonar conveniente en el discurso, pero en la realidad podría terminar en una decisión costosa, ineficaz y, aún peor, insostenible. Demasiadas dudas razonables exigen revisar a fondo una propuesta que compromete cuantiosos recursos sin que existan certezas de que el apagón financiero y operativo, que ahora amenaza a buena parte del sistema energético nacional, se resuelva definitivamente.