El Heraldo
Julio Arroyo va todos los días a su hotel para realizarle mantenimiento. Orlando Amador
Economía

Resistir o cerrar: la encrucijada de los negocios

La crisis económica generada por la pandemia causa estragos en los establecimientos de los sectores más golpeados, como la hotelería.

“Mi sueño siempre ha sido tener un hotel cinco estrellas y este era el primer paso”, dijo Julio Arroyo, propietario y administrador del hotel Daily Hosting. Su fluidez en el diálogo se entrecorta y las lágrimas comienzan a empañar sus ojos. Toma pausa y continúa. “Compré el terreno hace unos siete años, pasé dos sin construir. Luego el banco me prestó y empecé a construir el primer y segundo piso. Ahora, el tercero lo llevo adelantado. Este año esperaba terminar de pagarle al banco para hacer otro préstamo, pero ya sabemos. De un momento a otro todo se vino al piso”.

De pie al frente del mostrador de la recepción, Arroyo recuerda con añoranza su rutina de hace un poco más de tres meses. “Llegaba aquí todos los días en la mañana y siempre me encontraba al personal feliz diciéndome que se había vendido. Es deprimente llegar en la mañana y no encontrarse con las personas”.

Aunque el hotel esté cerrado desde principios de la cuarentena,  Julio Arroyo va todos los días a realizar labores de mantenimiento con el fin de evitar un devalúo del inmueble. Mientras recorre los ahora silenciosos pasillos una pregunta retumba en su cabeza y la respuesta aún no está todo clara. “¿Cómo puedo hacer?”.

“Cerrar fue una decisión bastante dura porque este es el único sustento que tengo de mi familia. Esto fue construido con mucho esfuerzo”, precisó. Un esfuerzo que según el propietario representó una inversión de $1.300 millones tomando en cuenta la compra del terreno, la construcción del inmueble y las adecuaciones internas.

Según sus cálculos, la entrada diaria del establecimiento nunca bajaba de $400 mil, en gran medida por su cercanía a la terminal de transportes de Barranquilla, su principal afluente de clientes y que a la fecha sigue cerrada salvo para ejecutar viajes de carácter humanitario. “El decreto de cerrar nos cayó como un balde de agua fría porque  no lo esperábamos”.

Julio Arroyo se dirigió a la entidad financiera, pero no obtuvo una respuesta positiva sobre un alivio financiero del Gobierno y tampoco logró el refinanciamiento de sus cuotas de pago mensuales avaluadas en $4 millones. “Aún les debo un saldo, llevo cuatro meses sin pagarles por lo de la pandemia. El banco dio un plazo, pero en julio comenzará a cobrar”.

Como microempresa, Daily Hosting le brindaba trabajo a tiempo completo a cinco colaboradores, a quienes los consideraba como “de la familia”, ya que habían estado con el hotel desde su inauguración. “Ellos han sido conscientes de que no hay entrada. Con todo el esfuerzo se les ha ayudado con dos quincenas pero tuvimos que llegar a un acuerdo. Actualmente no tienen trabajo”.

Un trago amargo

“Mi negocio no lo veo a futuro”, confiesa con preocupación Andrés Martínez, propietario de una discoteca en la otrora concurrida carrera 8 en el sur de la ciudad.  “Si me piden el lugar me tocará cerrar las puertas de Coronita RD, que duró cuatro años subiendo como la espuma y en una pandemia todo se fue al piso”.

Andrés Martínez siempre había querido tener su propio discobar. De sus experiencias laborales como mesero y como administrador siempre se llevaba aptitudes para liderar su proyecto personal. Aunque sus ahorros no fueron lo suficiente para abrir el negocio por su cuenta, se vio en la necesidad de adquirir compromisos para cumplir su sueño. “Tengo muchas deudas, inmensas, desde antes de la pandemia. Era mesero y poco a poco hice el negocio con deudas adquiridas. Sin poder abrir no recibo ingresos y no puedo pagarlas”.

Coronita RD tenía ingresos semanales por unos $4 millones, de los cuales $3 millones se destinan al pago del arriendo del local. Al empezar a sentirse los vientos en contra por la COVID-19 los ingresos disminuyeron a $1,5 millones aproximadamente y una vez fue expedida la Resolución 453 que clausura temporalmente este tipo de establecimientos, las entradas cayeron en picada.

A pesar de estar cerrado desde hace tres meses los recibos de servicios públicos siguen llegando elevados. “En estos momentos tengo la energía eléctrica cortada porque no he podido pagarla. El agua llegó la última vez a $500 mil y aunque esté cerrado hay que pagar a un guardia para que vigile porque ya se han intentado meter para robar algo dos veces”.

Coronita RD empleaba a 14 colaboradores entre vigilantes, DJ, bartenders y meseros. A todos ellos, según cuenta Martínez, se les cancelaron las primeras quincenas y un mercado de alimentos. “Traté de ayudar a mis trabajadores en lo más posible, hasta donde más se pudo”, dijo.

Heidy Pérez y su esposo han invertido $35 millones en su peluquería que está al borde del cierre.

La dura decisión de cerrar

Hace menos de un año Heidy Pérez y su esposo tomaron la decisión de trasladar su peluquería hasta el barrio San Felipe porque tenían la corazonada de que revertirían la tenue racha que registraba su negocio. Tuvieron razón. “No hubo un día desde que me mudé en el que me fuera en blanco hasta que llegó la pandemia”.

Una semana antes de declarar la cuarentena la peluquería Tsalach bajaba su estera. Luego de casi tres meses sin poder abrir, decidieron “hacer un esfuerzo inmenso” para aplicar el protocolo de bioseguridad que la administración local le había aprobado. Pero luego de toda la energía “aún las cosas no se han dado”.

El flujo de clientes del salón de belleza ha disminuido considerablemente. “A muchas clientas se les cruza el horario de trabajo con el que laboramos. En estos días no se está trabajando para cumplir con lo dicho por la Alcaldía. La tranquilidad no tiene precio”.

Los registros en rojo desde hace más de tres meses llevaron a esta joven pareja a tomar la decisión de entregar el local y para ello están contemplando tres opciones: guardar el mobiliario y equipos y cuando se pueda volver a comenzar; vender los elementos uno por uno y vender el local a alguien que quiera mantener la peluquería.

“La más probable que ocurra es vender una a una las cosas porque si yo me pongo a guardarlas se van deteriorando”, explicó con un tono acongojado Heidy Pérez. Ella y su esposo han invertido aproximadamente $35 millones en su negocio.

“Le he puesto mi corazón a esto. El sueño de cualquier emprendedor es querer ver crecer al proyecto, ser grande. Si la decisión que tomaré es cerrar, no me voy a estancar. Seguiré con mis proyectos hacia adelante. Si es de cerrar lo haré orgullosamente feliz porque di todo de mí para sacar esto adelante”, dijo Heidy Pérez entre lágrimas.

Datos de los gremios

Jorge Barrios, presidente de Asonocturnos en el Atlántico, señaló que existen 3.800 establecimientos legalmente constituidos en la Cámara de Comercio entre bares, cantinas, licorerías, discotecas, billares, estaderos y similares. Dentro de los afiliados a Asonocturnos un 40% ya han entregado sus locales. “Hay un grupo importante haciendo una gestión con la que podríamos llegar a 50% de los agremiados”, dijo Barrios, para quien “fue una situación que nadie vio venir, pero que sin embargo ha faltado apoyo a nivel nacional y distrital al sector”.

En la más reciente encuesta elaborada por Fundesarrollo y en la cual participan Acopi, Fenalco Atlántico, la ANDI Atlántico-Magdalena,  ProBarranquilla y la CCI Barranquilla, el 44,4% de las empresas encuestadas señalaron haber cerrado temporalmente entre abril y mayo, mientras tan solo un 8,1% lo hizo indefinidamente. Por otro lado, teniendo en cuenta los límites en las operaciones, el 80% de los encuestados no considera cerrar su establecimiento de manera definitiva en el corto plazo; sin embargo, 19% sí estaría dispuesto a hacerlo.

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