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Economía

Salario mínimo: Informalidad, la traba de Colombia para competir en la región

El profesor Carlos Prieto comparó en diálogo con EL HERALDO la situación del país con respecto a las demás naciones de Latinoamérica.

A propósito de la celebración del Día Internacional de la Igualdad Salarial, decretado por la ONU en 2020, el salario mínimo se ha convertido en debate constante en Colombia. Economistas, gremios, trabajadores y gobierno, cada último semestre, discuten sobre el aumento de este para el siguiente año.

Sin embargo, ha quedado claro que el salario mínimo no denota exactamente la realidad del país en cuanto a su economía.

Como explica el profesor del departamento de Derecho Laboral de la Pontificia Universidad Javeriana Carlos Adolfo Prieto Monroy, el salario mínimo, al menos en Colombia, se ha convertido en una unidad de valor constante, es decir, se usa como medida para algunos valores de aspectos como multas, sanciones u otros temas de materia jurisdiccional.

“El tema de determinar un salario mínimo implica hacer una distorsión, una intervención en el mercado laboral, porque le está poniendo precio a un servicio que concurre en un mercado que en principio debe ser libre y que al ponerle ese precio lo distorsiona. La oferta distorsiona a la demanda y de hecho hace que se surta un efecto, primero de mantener salarios o retribuciones bajas, porque los empleadores lo que hacen es pagar el salario mínimo para cumplir con la ley, y segundo que limita la capacidad de generación de ingresos de las personas”, indicó Prieto, en entrevista con EL HERALDO.

Según Prieto Monroy, es por eso que al comparar el salario mínimo de Colombia con los demás países de la región, no solo hay que estudiar el monto actual en el que se encuentra, sino otros factores de la economía de cada nación.

“El salario en Colombia, que actualmente está en el orden de los 244 dólares, nos pone cerca del promedio de la región. Estamos más o menos a la mitad. Pero esto hay que verlo como una variante económica que también depende de la productividad que tenga una economía, de la capacidad que tenga de generar riqueza en un mercado laboral y en una dinámica industrial. Por eso hay que verlo con cuidado”, señaló.

Asimismo, explica el profesor que el hecho de que un salario mínimo sea alto no necesariamente está ligado a una justicia de retribución. Además, tiene que ver con las condiciones locales de generación de ingresos.

Por otro lado, el experto en derecho laboral detalla que en el caso particular de Colombia hay que evaluar que el salario mínimo lo devengan los trabajadores formales, mientras que los informales devengan ingresos inferiores.

“En el contexto latinoamericano puede que estemos en la mitad de la tabla, pero hay que tener en cuenta que las condiciones económicas de Colombia, las dinámicas económicas sociales y culturales del país son distintas a las de otros países. Tenemos que concentrarnos en ver si en el país sí están dadas las condiciones para que el salario mínimo refleje ese interés de servir como una base de remuneración digna para todos los trabajadores”, aseveró.

Insistió Monroy en que dado que aproximadamente el 37 % de las personas que trabajan en el país lo hacen de manera informal, no se puede evaluar el monto del salario mínimo con otras economías que mantienen este valor cercano al de Colombia como Brasil, Chile o Argentina.

Para competir ante los demás países de la región con respecto a este tema, el profesor Monroy dio a conocer lo que cree que sería una medida, aunque no muy popular, efectiva para que el monto del salario mínimo esté acorde a la economía del país.

“La medida ideal sería dejar que sea la misma dinámica económica y social del país la que determine el valor del salario. No es popular, significaría renunciar a un sueldo mínimo y a luchas ganadas por trabajadores. Sin embargo, permitir que sea el mercado el que lo determine puede permitir que haya mejores salarios”, manifestó.

Recalca el experto que hay naciones como México donde el salario mínimo es cercano al de Colombia donde la remuneración real que reciben los trabajadores es mucho mayor.

Por otra parte, revela el académico que la fijación del salario mínimo es otro obstáculo para la formalización, porque para poder llegar a estándares de formalidad, el empresario o empleador se tiene que adaptar al costo del salario mínimo de forma rígida.

“Las necesidades de las personas y las mismas dinámicas económicas de muchas regiones del país no están en condiciones de asumir esa carga, lo que de entrada hace que la formalización, que es la base de la garantía de derechos de todos los trabajadores, se vuelva a prohibitiva o no sea posible de ser cumplida. Esto no es una simple transferencia que recibe el trabajador, sino el resultado de su actividad económica en un contexto empresarial”, añadió.

De igual manera, planteando otras soluciones, Prieto Monroy alegó que el acuerdo nacional para un salario mínimo debe tener en cuenta las condiciones materiales reales de las regiones y del sector económico para determinar una remuneración que responda a las necesidades locales.

Igualmente, agrega el profesor que el acuerdo debe tener en cuenta unas mejores condiciones para el emprendimiento de empresas, en lo que refiere a la formalidad. Esto, según sus palabras, haría crecer a la economía y haría que las empresas puedan pagar mejor salarios.

Por último, Carlos Prieto se refirió a los recientes anuncios del nuevo gobierno liderado por Gustavo Petro, en referencia a lo que serviría para establecer un mejor salario mínimo, que pueda competir como los mejores de la región.

“Hay que tener paciencia y prudencia, hay que dejar que se acomode. El gobierno tiene que tener en cuenta que no puede afectar las estructuras que ya están funcionando porque puede generar un efecto adverso al que busca. El aumento del salario mínimo el año pasado… es más de un millón de pesos, es una cifra que causa un efecto mental muy interesante claro, ‘ya me gano un millón’, pero es que resulta que al ajustar el mínimo al millón se ajustaron todas las demás variables que dependen del salario mínimo, lo que generó la inflación que vivimos ahora”, dijo.

Para el profesor, los grandes problemas del mundo laboral en Colombia son: la informalidad y la falta de estímulos gubernamentales y reglamentarios para facilitar esa formación empresarial.

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