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Barranquilla sigue diciendo presente en el baloncesto estadounidense. Son varios los atlanticenses que se han mudado a territorio norteamericano para buscar oportunidades universitarias y, en ese mismo sentido, hacerse un hueco en algunas de las divisiones de la NCAA (Asociación nacional de atletas colegiados por sus siglas en inglés o torneo universitario para el entendimiento de todos). 

Un túnel estrecho y con diferentes inconvenientes donde millones de atletas de todas las partes del mundo pelean por llegar hasta una luz al final del sendero llamada NBA. Ante un panorama hostil, el histórico debut de Jaime Echenique en la mejor liga del mundo ha servido como catapulta para el ánimo de diferentes colombianos que no renuncian a su sueño. 

Tal es el caso de Deiman Reyes Cassiani. Un poste barranquillero de 2.04 metros de altura, que a sus 20 años lucha por mantener su puesto en el equipo de la Universidad de Lamar, un instituto que acciona en la primera división del baloncesto universitario. 

La vida de Deiman era casi un confinamiento voluntario. Un hombre de hogar, no salía mucho de su casa (barrio El Valle). Su buena condición física pudiese amoldarse a cualquier deporte, pero contrario a eso, no practicaba ninguno. 'Era malo, malísimo' (palabras dichas por él mismo). Sin embargo, el baloncesto llegó a su vida en el momento correcto. 

Teniendo 14 años, la pelota naranja se atravesó en el camino de Deiman. El joven empezó a dar sus primeros pinitos en la escuela Tiburones, bajo las órdenes del entrenador Harold Hoyos. Un estratega que, como afirma el jugador, tuvo mucha paciencia para formarlo en el baloncesto. 

'Enserio que inicié siendo muy malo. Siempre me tocaba hacer muchas repeticiones de los ejercicios para poder entenderlos. De igual forma, trataba de preguntarle mucho a mi entrenador (Harold Hoyos). Él se convirtió en un padre para mí, definitivamente', expresó Reyes a EL HERALDO