El fútbol siempre fue el alma de Luis Díaz y cuando era niño todos los días jugaba dos y hasta tres partidos, según afirman dos de sus amigos de infancia, con quienes EL HERALDO dialogó en su tierra natal, Barrancas, en La Guajira.
'Lucho era el que más corría y por eso era el que tocaba el timbre de una casa que quedaba por el colegio donde estudiábamos. Nosotros nos adelantábamos porque si lo tocaba otro, él corría tanto que nos dejaba atrás', recuerda entre risas su amigo Deimer Arturo Gómez Suárez, quien ahora tiene 24 años.
Siempre era la misma casa, porque era la única que tenía timbre, pero llegó el día en que el dueño se dio cuenta quienes eran los autores de la travesura, se los pilló, puso las quejas y los regañaron
Deimer estudió con Luis toda la primaria en la Institución Educativa Remedios Solano y vive en el barrio Lleras, donde se crió el jugador del Liverpool. Dice que 'nunca nos cansábamos de jugar, primero fútbol y después boliche, al escondido, a trompo o lo que sea, hasta que nos arreaban para la casa a regañadientes'.
Opina que Luis Díaz ha logrado llegar hasta donde está por su dedicación, su amor por el fútbol y su gran talento. 'Él era el que más practicaba, tenían que sacarlo de las prácticas porque quería jugar con los grandes', añade emocionado.
El joven agrega que se siente muy contento esperando la final de la ‘Champions League’ donde estará de protagonista su amigo, ese que quiere mucho y que, según afirma, no ha cambiado su forma de ser, su sencillez y la amistad que tienen.