El Heraldo
Familiares y vecinos de Angie Valdés viendo la pelea de la barranquillera. Jennifer Blanco
Deportes

Así vivieron los familiares de Angie Valdés su medalla de plata

Todos los cercanos y amigos de la barranquillera se reunieron en la Urbanización La Playa para presenciar su final del Campeonato Mundial ante la brasileña Beatriz Ferreira en la India.

Hay tranquilidad en la cuadra que vio nacer a Angie Valdés en la Urbanización La Playa. Han pasado solo dos años, desde que la barranquillera entrenaba corriendo a todo vapor de una esquina a otra para sacar más estado físico — registraba medio minuto realizando ese tramo —.

Todos sus familiares habían acordado verse la pelea en una pantalla grande que se organizó en el antiguo puesto de salud del sector, en ese lugar también quedaba el gimnasio donde la currambera dio sus primeros puños. Por ello, el hogar de la familia Valdés no estaba tan lleno como la pasada disputa semifinal.

Manuel María Valdés, su padre, encendió la leña con unas bolsas plásticas transparentes y unos retazos de tablas y maderas de muebles viejos. Al frente, tenía la mirada fija de su nieto Ricardo, quien sentado en una silla de madera bajo la sombra, le pedía constantemente que le prestara el celular. Sabía que ya no verían la pelea por el teléfono móvil. 

Un gato negro, de pupila negra y borde amarillo, salió de la casa. El sol estallaba en la fachada que con letras cursivas indicaban que se hacían cejas, uñas y peinados para niñas. Manuel María fue a buscar la olla para el sancocho. Era de Mondongo, lo logramos saber por la pregunta que hizo uno de los escritores de esta nota.

Jennifer Blanco

Un motociclista cargando unas varillas pasó y gritó al ver la olla del sancocho con el agua:

–Ay papá, vamos a festejar con toda. Estoy trabajando duro para ver si me pillo la pelea.  

Delía Ríos, vecina de Manuel María, puso en su terraza techada sin encerramiento, una vitrina con una decena de pasteles. Quizás pensó que la casa de los Valdés se iba a llenar de visitantes para garantizar una venta. “Son a 6.000 pesos“. No fue así.

En la casa comunitaria del corregimiento La Playa, donde como ya mencionamos alguna vez hubo un puesto de salud, funcionarios y contratistas de Indeportes Atlántico ya habían acomodado sus pendones y distintivos para ver la final de Angie Valdés ante la brasileña Beatriz Ferreira. Alberto Torres, presidente de la Federación Colombiana de Boxeo, encabezó la presencia de dirigentes del deporte.

Había expectativas desde los parientes de Angie Valdés. El ex boxeador José la cobrita Valdés, Luis Villarreal, el entrenador de la boxeadora barranquillera, Daniel Molina, otro instructor de boxeo, estaban emocionados. “Esta cantidad de gente reunida la vamos a ver más seguido”, dijo Molina.

Jennifer Blanco

Denis, hermana de Angie, admitió que nunca había visto tanta gente en la casa comunitaria, donde el patio con techo, sillas de plásticos blancas fue acondicionado con algunos sacos y peras de boxeo. Una caja de cartón blanca con deditos y empanadas fritas estaban guardadas para repartir al final del resultado. Al fondo, otra área del patio a cielo abierto permaneció con maleza, cadillo y arena sin que nadie lo pisara.

Denis se puso nerviosa en primera fila antes de comenzar la pelea de su hermana. Tenía sus pestañas y cejas pintadas de negro y vestida con una camisa blanca y un pantalón oliva. Los labios le temblaban. 

La final de Jenny Arias ante la china Huang Hsiao-Wen, encendió el preámbulo de la final de Angie Valdés. De telón de fondo, las banderas de Colombia y Barranquilla, y en la paredilla dos vecinos encima de una escalera de madera aparecieron para ver la pelea. Otro más se montó en un palo de mango que reposaba en la terraza.

“¡Vamos con todo!”, se escuchaba.

Ganó la china por unanimidad del jurado (5-0), no hubo victoria de Arias, pero cada golpe fue celebrado por los presentes. Se reconoció en la derrota a la primera finalista de Colombia en el Mundial de Boxeo Femenino de la India.   

La tensión aumentó al esperar el anuncio del pleito entre Angie Valdés y la brasileña Beatriz Ferreira.

Luis Villarreal ya se había tomado un té de ajo con limón y la pastilla para la presión. Vestido con gorra, jean y camiseta de la selección Colombia, uniforme que alguna vez lució Angie Valdés, el entrenador no mostraba que los nervios estaban apareciendo. 

El combate de Angie comenzó y Denis no pasó del segundo asalto en la primera fila, donde había 17 familiares, entre ellos Manuel María, quien ya cambiado de ropa tenía a dos de sus nietos sentados en sus piernas, y a su izquierda estaban sus hijas Patricia, María Fernanda y María José. Denis se levantó y se fue hacia los espectadores de la parte de atrás. Los que estaban de pie, entre ellos el boxeador profesional Marlon Olea y el único con tapabocas.

“Esta pelea estará buenísima”, dijo María José.

María Fernanda empuñaba su mano derecha y se levantaba. Patricia, hermana de Angie, la que alguna vez se puso los guantes, aplaudía con emoción y lanzaba un ademán de un pequeño gancho; levantaba las manos en señal de victoria. María José, hermana de Angie, disfrutaba cada golpe de Angie.

Con los dos primeros asaltos, los asistentes comentaron la pelea entre los descansos.

– ¿Por qué no dieron los resultados de los jueces del segundo asalto?, preguntó.

–Yo creo que a Angie no le dieron el primer asalto. Ella lo ganó.
Luis Villarreal chifló para evitar que alguno le tapara la visión de la pelea y mientras los asistentes saltaban por cada golpe, el entrenador ni se inmutaba. Tenía una mirada de cazador. 

–Trabaja con la izquierda – gritó el hermano de Manuel María. 

Uno que otro se levantaba de la silla para imitar el golpe que había dado la colombiana a la brasileña.

–El primer round fue de Angie –dijo Denis con el ceño fruncido y buscando una mirada de aprobación. 

Angie se había caído en el segundo asalto y se levantó. Un resbalón que, a juicio de José Valdés, le quitó fuerza.   

El tercer asalto rebajó la algarabía. Patricia juntaba sus manos en un ademán de súplica. Se sospechó el desenlace final. No hubo un ataque para mantener la ola de seguidores en La Playa. La hermana de la púgil protagonizó uno de las escenas más peculiares de la mañana. Pasó todo el round definitivo mencionando las mismas palabras: “Hay poder en la sangre de Cristo, hay poder en la sangre de Cristo”, frase que mencionaba con más intensidad cuando su hermana lanzaba un golpe.

Con el resultado, la derrota y el subcampeonato del mundo en la división de los 60 kilogramos para Angie Valdés, los aplausos aparecieron como un reconocimiento.

“No importa mi hermana, eres la mejor”, dijo Denis.

–¿Mami ganó Angie? -dijo su hijo Dilan.

–No hijo, perdió.

–Ojalá se enfrenten en el Suramericano, agregó Luis Villarreal, muy tranquilo.

Con la caída del telón, se armaron las opiniones. Patricia no ocultó el mérito de la brasileña. “Ella la estudió muy bien”, le dijo a Emery Prima, prima
José Valdés continuaba con su análisis. “Es que Angie debió ir en el último asalto a mostrar todo. El boxeo estilo olímpico es así. Pero esa caída en el segundo asalto le quitó fuerza. Siempre le he dicho que se quite la manía de estar amagando con la izquierda y que lance más golpes”. 

“Vendrá el desquite y será campeona”, prometió Villarreal.  

Kelly Ibarra apareció vestida con la camiseta de la selección Colombia. “En la próxima ganará”. La familia Valdés salió de la casa a ver cómo hervía el sancocho de mondongo para disfrutarlo en nombre de Angie.

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