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Partidazo con final feliz. Y de pronto con sabor a victoria. El tiempo se extinguía, la angustia se multiplicaba, la frustración se manifestaba.

La selección Colombia estaba al borde de la derrota, desesperada e impotente ante las permanentes interrupciones de los jugadores de Argentina en los últimos 10 minutos del partido, con la anuencia del árbitro Roberto Tobar, hasta que Juan Guillermo Cuadrado levantó la cabeza y al instante la pelota.

El envío sobrepasó a Yerry Mina, pero no a Miguel Borja. El atacante de Junior se levantó con todo y llegó puntual a la pelota con un certero cabezazo que estalló en las manos de Agustín Marchesín y detonó una explosión de júbilo en un estadio Metropolitano Roberto Meléndez que volvía a contar con público en sus tribunas después de un año, tres meses y cuatro días por la pandemia de covid-19.

Y no salieron amargados ni decepcionados los 10 mil aficionados que se dieron cita en el coloso de La Ciudadela (solo se permitía aforo de 25%). Colombia terminó rescatando un punto en un vibrante compromiso que a los siete minutos de juego ya perdía 2-0.