¡La tarde del gran timo deportivo!
Algo por demás importante es la orientación que
tengan lo estadios con relación a las gradas principales de los mismos, para favorecer a los espectadores que pagan altos precios, por lo mismo que ocupan las mejores estancias de esos estadios. Y en este campo con tristeza hay que decir que la primera ciudad colombiana en cometer torpezas increíbles en tal sentido es la ciudad de Barranquilla, aunque sabemos que a muchos de nuestros lectores esto los hará de asombrar.
El primer guayazo en este orden de ideas se cometió imperdonablemente en el hermosísimo estadio que 4 necios bautizaron por sí y ante sí de 'municipal', como si eso fuera nombre y no lo que indica: propiedad. Un estadio que primero fue ejemplo de empuje cívico, puesto que fue construido íntegramente con fondos de las EE.PP.MM., caso único en Colombia y luego la primera muestra de un bello recinto, que no era el mamotreto de ladrillo y cemento en que 4 bellacoides lo convirtieron posteriormente.
La grada de sombra, bajo techo, tenía que orientarse de Olaya Herrera a Cuartel, puesto que todos o casi todos los eventos se hacían en horas de la tarde, no de la mañana. Recordamos como si fuera hoy cuando el primer partido de fútbol se verificó entre los matacongos de Antioquia (esos desgraciados retiraron de por vida al mejor jugador que ha dado Colombia, Gabrielito Díaz Granados, en tanto que casi lesionan también de por vida con una sucia patada en el cuello al gran Julio Torres). Y a José Escorcia le fracturaron la cabeza en Medellín: 3 muestricas de lo mas encantadoras, ¿eh?
Pero vayamos a la orientación: ¿Saben que pasó aquel día, 3 p.m.? Que el sol se le metió a media gradería de sombra, con la gente mentándole la madre a don Samuel Hollopeter, cuando era al ingeniero Lapeira a quien se la tenían que 'soplar', si es que con eso se aliviaban. A esa torpeza mayúscula le siguió la piscina olímpica por la misma desorientación: su única gradería no podía estar donde la pusieron, sino enfrente, por la misma razón: las pruebas eran vespertinas.
Ahora los lectores se van a reír, cuando les digamos que la única gradería de sombra que tenía estadio alguno en nuestra ciudad era la del vetusto Estadio Moderno. Que, lea bien, no tenía techo, pero como su grada le daba las espaldas al sol, apenas se marcaban las 4 de la tarde toda esa grada estaba cubierta de sombra. Sombra sin techo, mientras el Romelio Martínez, con techo tenía medía gradería invadida por el sol. Lapeira no se fijó en eso, que si se fija no habría metido el guayazo que metió con tan pésima desorientación.
¿Verdad que la risa se le apagó a mucha gente, que creyó que estábamos haciendo un chistecito con la grada del estadio Moderno? Si, cómo no, pedazos de pendejos, que creen que esta pluma habla la misma ‘hipecacuana’ que hablan todos ustedes...
Por Chelo de Castro C.