Antes de venir a Colombia, Malcolm Linton había disparado su cámara y registrado el colapso de la antigua Unión Soviética en Rusia, la guerra civil del Congo y las rebeliones en el sur de Sudán en África. Sabía, entonces, de aquella tendencia en todo conflicto armado de deshumanizar y demonizar a la contraparte. De ahí que este fotógrafo británico-estadounidense decidiera internarse en la selvas colombianas con los combatientes de las Farc en medio del proceso de paz, para descubrir qué tanto se ajustaban a su reputación.
El resultado de su estadía en los remotos campamentos de Nariño, Caquetá, Meta y Guaviare, quedó impreso a blanco y negro en el libro Metamorfosis, guerrilleros en busca de la paz (Villegas editores), que ofrece una mirada íntima de los combatientes embarcados en ese complejo viaje hacia la reincorporación a la sociedad civil.
'Era consciente de que los insurgentes se veían ante la sociedad como unos monstruos y no como personas. Esa percepción es entendida como una política de guerra, pero siempre crea una imagen falsa. No he estado tratando de defender la ideología ni los actos cometidos, pero quería mostrarlos siendo seres humanos', asegura Linton.