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La refrescante brisa sobre la corriente del río Sinú dispersa a varios metros a la redonda el olor a bocachico frito, cabrito, bocachico en viuda, fricaché y el muy apetecido sancocho de pescado.

El vapor de los calderos repletos de arroz de coco se mezcla con el volátil aroma que expelen las colmenas de venta de granos y especies, que pululan en la zona contigua a los restaurantes, disputándose un poco de la sombra que ofrece la enorme infraestructura que protege del sol canicular y las esporádicas lluvias.

Es el Mercado Público de Lorica, conocido popularmente como ‘El Ranchón’, que fue construido en 1929, casi dos décadas antes de que Córdoba se independizara del departamento de Bolívar, en donde se asegura se consume el mejor bocachico de la Costa.

Era el primer puerto en el río Sinú, tras el ingreso de los barcos por la bahía de Cispatá. Lugar de paso entre ciudades como Montería, Cartagena y Sincelejo, pero también un centro de negocios en el que una persona podía comprar desde una sarta de pescados, hasta cosechas, tierras, madera y diferentes productos.

La afluencia de personas, por lo general viajeros hambrientos, propició en los años 30 con la llegada de cocineros que en par patadas ponían en la mesa un bochachico frito para los visitantes.

La abuela de Jairo Bernal Espitia, heredero del ancestral oficio de preparar sancocho de bocachico, fue una de las primeras personas en hacerse de un fogón de leña y algunos calderos para preparar los platos que tanto renombre tienen entre el turismo, que también llega a la zona atraído por el valor arquitectónico.