Las manifestaciones recientes de Petro son una advertencia. Dijo que “si Colombia no hace las reformas, el estallido social va a volver”. Es una conminación al Congreso y una notificación de un nuevo paro promovido, otra vez, por Petro y la izquierda extrema.
En cualquier caso, Petro está acorralado. Parece decido a huir hacia adelante. Hoy es mucho más peligroso. Está en plena transición a la peor izquierda carnívora, que después de llegar al poder usa el dinero para cooptar las instituciones, sobornar a los militares y a los magistrados, cambiar la Constitución, imponer un modelo socialista y atornillarse en el poder.
De manera que sí, las marchas sí sirven y sirven mucho. Dirán que no sirvieron para tumbar a Petro. Pero ocurre que las protestas no eran para tumbarlo y, más aún, derrocarlo sería un grave error. Si se va a caer, y ojalá se caiga porque está haciendo mucho daño y porque lo merece, será porque se aplique la Constitución y pague por la financiación ilegal y la violación de los topes electorales.
De manera que las marchas de este domingo son indispensables para decirle a Petro que somos millones quienes vamos a proteger la democracia, el estado de derecho y la amenazada Constitución del 91. Si eso no es suficiente para usted, lector, salga para proteger su salud, sus ahorros y su pensión, la libertad económica, la posibilidad de hacer empresa y el trabajo formal, amenazados por la reformas petristas.