Del por qué lo invocan a la hora de los malos momentos es porque el santo hace el milagro. Que le podrá gustar a usted o no, es otra cosa. Pero santo milagroso es santo que consigue fieles seguidores.
Que Julio Comesaña sea santo es poco probable. Es más bien parecido al Santo, el enmascarado de plata, el ícono de la lucha libre mexicana que entendió, desde el inicio de su carrera, que conocer las virtudes y limitaciones de sus rivales era sinónimo de victoria.
En solo cinco partidos de Liga y uno de Copa, Comesaña ha cambiado la percepción de debacle, que teníamos con Cruz Real, cambiándola por esa convicción que, ahora, el Junior clasificará a las finales de la Liga como ya lo instaló en la final de Copa.
Cruz Real dejó al Junior en la posición 13 con 15 puntos y rendimiento del 45%. Comesaña lo ha subido a la 9ª posición ganando 9 puntos de 15 y rendimiento del 60% ubicando al equipo a un punto de diferencia con respecto al Pereira sexto, Medellín séptimo y Caldas octavo.
O sea que, la clasificación ya no es lejana sino cercana y con un equipo manejado y preparado para el que venga. No es pelea, tranquilos. Es conocer al rival y sobre ese conocimiento escoger alineación, desarrollo estratégico y a jugar a ganar. No jugar, jugar para ganar.
Es que mucho va de saber, a transmitir ese conocimiento. Mucho va de querer imponer una forma de jugar y otra la de jugar de acuerdo al rival y al conocimiento de cada uno de los jugadores para poder sacar lo mejor de ellos. Es que Julio vino a solucionar una crisis. No vino a dirigir desde enero y, como tal, poner el dedo en la llaga, hacer el diagnóstico y solucionar, es lo correctamente indicado para sumar los puntos que den una clasificación.
Y sumar los puntos significa ganar por fuera también. Comesaña ganó en Copa al Unión Magdalena en Santa Marta, en Liga a Alianza en Barrancabermeja y ahora al Bucaramanga en su estadio. Ya ha ganado más que Cruz Real como visitante en todos sus partidos.
La razón es simple y, si se quiere, elemental. Junior volvió a sus orígenes. Al fútbol que se gesta, que se crea, no que se pelotea. Dejó atrás aquello de jugar a correr y correr y más correr, sin pausa, sin pensar, sin jugar al fútbol que es, finalmente, a lo que se juega. Es que los que corren y corren y más corren con una brida puesta están en el hipódromo.
Porque Julio pudiera ser santo, pero no mago. Más bien es un sicólogo de la vida. De esos que aprendieron a subir la autoestima de sus dirigidos y a mentalizarlos positivamente para desarrollar su idea de jugar al fútbol ganador.
Junior ya va llegando, se está acercando y, cuando eso pase, esto se pondrá mucho mejor...