
Carnaval
La noticia, de una gravedad alarmante, fue publicada esta semana en EL HERALDO: “La gobernadora de La Guajira, Oneida Pinto, lamentó el fallecimiento por desnutrición de la bebé wayuu que permaneció diez días en la clínica. Pinto aseguró que una de las principales razones por la que se presenta la crisis de desnutrición en los niños indígenas es el difícil acceso al sistema de salud. La mandataria aprovechó para pedir ayuda humanitaria y dijo que el tema del hambre en los asentamientos indígenas será tratado en la reunión que sostendrá con la líder Rigoberta Menchú”. En síntesis, los niños indígenas wayuu se están muriendo de hambre y carecen de acceso al sistema de salud. La gobernadora guajira busca el apoyo internacional y sabemos por qué lo hace: el centralismo no da importancia a nada que suceda fuera de Bogotá.
Colombia es un carnaval. No solo Barranquilla, que por estos días está prendida con su fiesta más colorida e importante. No puede ser serio un país donde todas las discusiones urgentes se trivializan. Hace un par de semanas, por recordar solo un ejemplo, el defensor del Pueblo fue acusado de acoso sexual y la histeria nacional, volcada en las redes y en los medios, se fue por las ramas en la discusión: que habían sido novios y eso lo disculpa; que él estaba enamorado y hay que entender el corazón de un hombre; que era muy feo para acosar; que ella lo denunció por “rabona”.
En La Guajira acaba de suceder lo mismo, a pesar de que se trata de una situación que se ha venido reportando desde hace más de 4 años. “La problemática de la desnutrición está exterminando nuestra niñez”, dijo a Blu Radio Javier Rojas, uno de los líderes wayuu y el Ministerio de Salud corrió a irse por las ramas: acepta el problema, pero lo trivializa al afirmar que las muertes no han sido por desnutrición. En uno de estos casos, según dijo, “la causa de su muerte fue un paro respiratorio consecuencia de un desajuste metabólico asociado con desnutrición, pero esta causa fue secundaria”.
Claro que la causa es secundaria: la primera razón por la que se muere la gente en Colombia es por ausencia del Estado, el Estado que no protege a sus ciudadanos mientras el Ejército les pide que se armen ellos mismos; el Estado que sostiene un aparato judicial que mantiene los crímenes en la impunidad; el Estado que no educa a sus ciudadanos con tal de seguir manipulándolos, como en este caso.
Señor ministro de Salud, los niños wayuu se están muriendo desde hace 4 años. En La Guajira dicen que es por hambre, usted afirma que no, pero no dice cuál es –según usted– la causa. En lugar de promover discusiones bizantinas de que es por esto o por aquello, solucione el problema. Por hambre o por lo que sea, no puede haber más niños muertos. No banalice el tema, ministro, no se burle de nosotros como hacen siempre desde Bogotá. Sea serio. No siga haciendo de Colombia un carnaval.
@sanchezbaute
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