En los años 30, esa bendita escasez de atacantes no se conocía, porque en Barranquilla, con sus seis y a veces ocho clubes de la Liga de Fútbol del Atlántico, los había de sobra.

En el mundillo del fútbol de estos días lo que menos hay son delanteros. Abundan los arqueros, los jugadores de medio campo y los defensas, pero lo que se dice delanteros, esta clase de perlas no abundan en estos tiempos. ¿A qué se debe o puede deberse esta situación? Hay diversos factores, que gravitan fuertemente en la situación.

En un delantero se nota más fuertemente que en las otras posiciones las fallas que ese delantero puede mostrar. Y si no es eficiente, puede tenerse la seguridad que ese delantero ha de mostrar de qué adolece. Lo que obviamente no se muestra tanto en las otras posiciones del fútbol, aunque con toda claridad, el jugador que no es bueno se descubre tarde o temprano.

No se crea que esa escasez de jugadores delanteros es un fenómeno actual. La ha habido en los últimos 40 o 50 años. Por cierto, este viejo, viejísimo periodista deportivo, puede recordar que en aquel fútbol del Atlántico, de los primeros años treinta, esa bendita escasez de jugadores delanteros no se conocía, porque en Barranquilla, con sus 6 y a veces 8 clubes de la Liga de Fútbol del Atlántico, lo que podía haber eran delanteros a dos cargaderas.

Podemos recordar las grandes figuras que Atlántico tenía a su disposición, verdaderos atacantes. Pero destaquemos apenas un delantero por equipo: En Juventud Junior, Roberto Meléndez; en Sporting, Romelio Martínez, aunque sería injusto no mencionar a su hermano Chacoli, alero derecho, como alero izquierdo era Romelio.

En el equipo Juventud se destacó su centro delantero, Julio Torres, extraordinario goleador en aquellos años treinta. Y en el Unión Colombia, ¿quién? ¡Hombre! ¿Quién más? Primero hay que lavarse la boca con Dioxogen para pronunciar el nombre de Gabrielito Díaz Granados, para muchos el más grande jugador colombiano de todos los tiempos. Y hasta en clubes pequeños, como el Nariño, donde brillaba su centro delantero, Camilo Ortega, gran cabeceador además.

Como pueden ver con una cita apenas parcial, lo que sobraba en aquellos tiempos eran delanteros. Hoy los clubes de la Dimayor los buscan como joyas, generalmente en el exterior. Por cierto, Junior tiene más de un año de estar buscando un delantero, sin conseguirlo, porque dos que tuvo, como Bacca y Teófilo, fueron negociados, para quedar como las novias de Barranca.

Y bueno por hoy, que ya esto va camino de ser muy largo…