Por causalidad, me llegaron dos preguntas relativas a la bebida, oportunas para hoy.

Pregunta: ¿De dónde viene la palabra ‘pea’? L. Goenaga, Santa Marta.

Respuesta: ‘Pea’, que la Academia admite con el sentido de ‘borrachera’, viene de ‘hipiado’, participio pasado del verbo ‘hipiar’, que quiere decir “tener hipo”. Quizá por tratarse de un localismo aún no considerado por ella, la venerable institución no acierta cuando atribuye la procedencia de ‘pea’ a un verbo distinto. Pues bien, muchas veces, beber en exceso produce hipo; entonces, si José se emborracha y le da hipo, quiere decir que José está hipiado. Con el uso, ‘hipiado’ se transformó en ‘piado’, luego en ‘peado’ y después en ‘peao’. Por tanto, si José está ‘peao’, su borrachera es una ‘pea’.

P.: Para aludir a un borracho, las autoridades hablan de “estado de alicoramiento”. ¿No están diciendo lo contrario de lo que quieren decir, puesto que la partícula ‘a’ significa ‘sin’? Antonio Herrera, Bogotá.

R.: ‘Alicoramiento’ es un barbarismo, pues se trata de un término impropio, equivocado o inexistente. Debe decirse ‘estado de ebriedad’ o ‘de embriaguez’, o ‘pasado de tragos’ o ‘de copas’, o, si se quiere ser más breve,

‘borracho’ o ‘ebrio’ (‘peao’ es más coloquial). En español, la partícula ‘a’, cuando viene del griego significa ‘sin’. Así, cuando un médico afirma: “Juan llegó asintomático”, quiere decir que Juan llegó sin ningún síntoma de enfermedad (a = sin y sýmptoma = síntoma); y si alguien dice: “Juan es apático”, está diciendo que Juan es un ser sin emociones (a = sin y pátos = pasión o emoción). Entonces, tiene usted razón cuando afirma que ‘alicoramiento’ manifiesta lo contrario de lo que quiere decir, pues, en sentido etimológico estricto, significa ‘sin licor’, ya que viene del griego ‘a’ (sin) y del latín ‘liqŭor’ (licor).

P.: La expresión ‘no aguantó la tagua’, origen y especulación o certeza sobre su uso. César Lamadrid, n. d.

R.: La tagua es la semilla de un árbol de los bosques húmedos tropicales de las regiones pacíficas de Colombia, Panamá y Ecuador. Se le llama “marfil vegetal” porque por su dureza y su belleza reemplaza la utilidad de los colmillos de los elefantes, lo que ha contribuido a la no extinción de estos mamíferos. M. Alario Di Filippo, en su Lexicón de colombianismos, registra así la locución ‘no aguantar uno la tagua’: “Expresión que alude a la dureza de este vegetal, para indicar que no resiste uno una cosa”. Así, si alguien presume que es capaz de levantar al tiempo doscientos kilos en cada brazo, pero al primer intento falla, o si dice que puede correr una maratón, pero a los pocos kilómetros desfallece, se dice que ‘no aguantó la tagua’, es decir, que, pese a su dureza, la tagua no aguantó en estos casos.

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