“Todos los colombianos tenemos que entender que hay un cambio en el chip mental”, dijo el general Mejía Ferrero, Comandante del Ejército, en una entrevista con la Gurisatti que se viralizó por cuenta del tono de voz y la hostilidad de la presentadora de RCN. No solo las respuestas del general llamaron la atención; también la compostura, la mesura, la paciencia (¡la paciencia!) y el lenguaje directo, claro y coloquial, como para que lo entienda cualquier colombiano. Más que una entrevista, parece la lección de un maestro de escuela a una alumna “mala leche” y testaruda.
Hijo mayor del general Mejía Henao, quien fue Comandante de las FFMM durante el gobierno Barco, ha sido uno de los mejores estudiantes en toda la historia de la Escuela Militar. Desde entonces ganó admiración y respeto al interior de las filas. No es ninguna lagaña, entonces. Como Comandante del Ejército, es su representante: su voz es también la voz de la institución; una institución, no hay que decirlo, que ha puesto el mayor número de víctimas en este conflicto, pero también, en términos económicos, a la que más podría interesarle continuar la guerra.
En la coyuntura actual del país, el cambio de discurso en las FFAA no puede pasarse por alto, como tampoco el de la guerrilla. El sábado se inició la Décima Conferencia Nacional Guerrillera, “en la cual se articularán procesos e iniciativas hacia la paz y la profundización de la democracia en Colombia”. Qué diferencia en el lenguaje con aquella famosa Séptima Conferencia, la del 27 de agosto de 1982, cuando Jacobo Arenas dispuso que las Farc debían abrirse para conseguir el poder. Para ello era necesario desplegarse por todo el país a partir de diversos frentes que no solo debían ser económicamente autosuficientes, sino a la vez enviar una cuota anual para el sostenimiento del Secretariado General. Fue a partir de esta conferencia que el secuestro y la extorsión se convirtieron en uno de los mejores aliados en su afán por alimentar sus finanzas. El otro gran aliado fue el narcotráfico.
Treinta y cuatro años después –¡34 años!– finalmente las Farc cambian el chip y hoy hablan de “impulsar las reformas que exige la implementación de la paz, y los lineamientos estratégicos de la naciente fuerza política”. Si esto no es un gran cambio político, ¿qué lo es, entonces? Y no es que las Farc tengan un nuevo concepto de democracia. Es que ahora tienen el mismo que tenemos nosotros. Es discurso, es cierto. Falta ver ahora cómo se implementa. En últimas, la razón del miedo o la esperanza solo la dará el tiempo. De mi parte le apuesto a lo segundo porque la esperanza siempre es más fuerte que el miedo (de hecho, es lo último que se pierde).
PD. El país avanza, pero Viviane Morales se empeña en atascarlo. Nuestra Anita Bryant insiste en gastar dineros públicos en una cruzada arcaica y demencial que tarde o temprano la Corte declarará inconstitucional. ¿O acaso busca precisamente esto?
@sanchezbaute