Colombia

El duro relato de una víctima de secuestro en Magdalena

La JEP atendió ese miércoles a víctimas de ese crimen relacionados con los sectores empresariales, ganaderos y agricultores.

En el marco del segundo día de la Audiencia de Reconocimiento de la JEP, la última tanda de víctimas intervino ante los comparecientes de las Farc-EP a quiénes les relataron los horrores que vivieron tanto ellos como sus familiares durante el secuestro.

La Sala de Reconocimiento de la Verdad atendió a tres grupos de víctimas de los sectores empresariales, ganaderos y agricultores, que además, estaban siendo extorsionados.

Asimismo, los afectados ejercieron su derecho a presentar observaciones finales escritas, para posteriormente, ser remitidas ante el Tribunal para la Paz para que determine las sanciones que serán impuestas.

La última víctima en declarar en la noche de este miércoles fue Jonathan Mulford, quien a sus 15 años, fue secuestrado junto a sus hermanos y madre, en Magdalena, en el año 2000.

“Nos hicieron caminar más de siete horas. Fue una noche muy angustiosa, mi mamá lloró a susurros”, relató Mulford mientras se le quebraba la voz.

Al finalizar, la víctima pidió un minuto de silencio por las personas desaparecidas y que perdieron la vida.

En su intervención Mulford también señaló que todo el proceso que ha vivido en los últimos años “ha sido difícil, pero no imposible para quienes creemos en la JEP y en ustedes”, manifestó, al tiempo que nombró a cada uno de los comparecientes y les dijo: “Tienen el reto de transformar en todos los colombianos ese sentimiento de odio generalizado que sembraron en nosotros”.

“Somos conscientes de que para que haya paz debe haber perdón y los perdonamos. Queremos restablecer nuestras vidas, emprender nuevos negocios, mejorar nuestra salud emocional pero (hacerlo) solos ha sido muy difícil”, agregó Mulford.

Jonathan Mulford, una de las víctimas de secuestro. Cortesía

En su intervención, Rodrigo Granda, en respuesta a las demandas de las víctimas, dijo: “Todo lo que usted ha dicho aquí no lo ponemos en duda. Las secuelas después de 30 años están vivas”.

Luego Granda pasó a detallar los costos de la guerra en respuesta a una pregunta de la magistrada Julieta Lemaitre: “Una ametralladora valía 220 millones, una M60: 50 millones; un fusil Ak47: 12 millones; un Galil: 16 millones; es decir, una riqueza lanzada a una hoguera”.

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