Abelardo De la Espriella dejó la comodidad y estabilidad de su vida en Florencia, en el norte de Italia, para embarcarse en la carrera presidencial de cara a las elecciones de 2026. Tras haber oficializado su aspiración ante la Registraduría, el reconocido abogado, siempre filoso en sus declaraciones, marcó las líneas de su proyecto: mano dura ante los violentos, un Estado más austero y una coalición política sin ninguna figura del petrismo.
Se oficializó su intención de llegar a la Casa de Nariño en el 2026. Hace unos meses usted decía que si el país lo necesitaba, allí estaría. ¿Qué sucedió finalmente, qué lo motivó a oficializar su aspiración?
Yo creo que cuando la patria llama, sus buenos hijos deben acudir a ese llamado. Creo también que no hay virtud republicana más importante que el patriotismo. Yo tengo mi vida resuelta, tenía una vida idílica en Florencia, Italia. Pero yo no podía quedarme en Italia dándole la espalda a mi país en sus horas más oscuras, porque entonces seguramente no iba a poderme ver al espejo y hablarle a mis hijos de dignidad, de honor, de valentía, de coraje, de autoridad y de patriotismo.
¿Cómo ha recibido la gente su intención?
¡Una locura! Una locura, hermano. Además, yo lo tenía claro, ¿sabes? Porque yo he sentido el fervor de la gente en las redes, de la gente cuando me la encuentro en la calle. La gente tiene claro que yo no he venido aquí a contemporizar con los enemigos de la república, ni arrodillarme ante los violentos. Yo he abandonado mi comodidad para enfrentarlos y derrotarlos con determinación.
¿En qué orilla política se ubica?
Yo creo que más que ideologías esto se trata de principios. Porque la ideología es una manera de pensar, los principios es la manera correcta de pensar. Aquí hay que hacer un gran acuerdo patriótico en el que caben todas las fuerzas políticas. Aquí no importa la tendencia ideológica, la condición social, la raza, pero hay un imperativo categórico, un axioma irrenunciable. En ese acuerdo patriótico no cabe ni Gustavo Petro ni sus cómplices, los que han tratado de destruir a Colombia. Y si tú me preguntas por una línea de pensamiento, pues no es secreto para nadie que yo soy un profundo admirador, además de gran amigo, lo veo como un padre al gran colombiano, al presidente Álvaro Uribe Vélez, y hay que decirlo para que el país lo recuerde.
Aquí lo único que ha servido es el estado comunitario del presidente Uribe, la doctrina uribista de los tres huevitos: seguridad democrática, confianza inversionista e inversión social que genera cohesión social. Nada más ha funcionado, la receta está inventada, la inventó Uribe. ¿Qué hay que hacer? Hay que remasterizarla. Yo sé lo que hay que hacer. Mucha gente sabe lo que hay que hacer. La pregunta es: ¿cuántos estamos dispuestos a hacer lo que corresponde sin que les dé miedo?
¿Por qué es tan importante Álvaro Uribe para un posible gobierno?
Hermano, mira, el presidente Uribe es el Messi de la política y lo tenemos en la banca. Me resulta absolutamente ilógico y tonto tener al único presidente que ha dado resultados verdaderos en el país, que además después de 20 años, 22 años, sigue siendo el jefe político más importante y el patriota más grande que ha tenido este país. ¿Por qué desechar esa sabiduría?
¿Usted destaca algo o ve algo bueno en el gobierno de Gustavo Petro?
Absolutamente nada que venga de la polarización, el mal, la corrupción, la depravación, las drogas, puede ser bueno. Nada bueno puede salir de un corazón tan enfermo, de una persona tan ideologizada, resentida y acomplejada. Nada bueno hay en Gustavo Petro, porque además un tipo que es capaz de negar a un hijo es capaz de lo que sea. No me merece ninguna consideración y respeto, pero ya yo no quiero hablar de Petro, hermano. Petro es el pasado.
¿Cuáles son sus propuestas para gobernar?
De los primeros decretos que hay que firmar es una emergencia económica porque el país está arruinado y va a quedar peor. Hay que adelgazar el Estado. A Colombia hay que recortarle un 40 % o más, hay que hacer un Estado completamente funcional, pequeño, austero, que le sirva al ciudadano y que le aporte soluciones a la gente que más lo necesita. Yo tengo las soluciones, hermano. Y eso se hace con determinación, con valor, con autoridad, con coraje y en el marco de la Constitución y la ley como corresponde.
¿Qué hacemos para que la región Caribe no sea tan olvidada por el centralismo?
¿Te parece poco que tenga un presidente costeño de verdad? Porque Petro tiene de costeño lo que tengo yo de marciano. Si Petro fuese costeño, un caribe, con el alma de un caribe, no sería tan malo y protervo. Y esa es la visión que quiero traerle a mi país porque yo soy un hacedor de proyectos y de cosas, yo no soy un hablador de paja. Es que 11 millones de personas eligieron a Petro para manejar la empresa más importante del país. Yo en menos de un año vuelvo a encauzar este país. Para mí lo más importante en este momento de mi vida es salvar a mi país y rescatarlo, reconstruirlo entre todos.
Y en temas de política exterior...
Es que la majestad presidencial ha sido absolutamente mancillada por una persona que no tenía ni la condición moral ni la estatura intelectual para ser presidente de la República. Esto amerita un esfuerzo superior. Esto amerita un compromiso extraordinario. Hay que devolverle la dignidad a nuestro país porque el presidente es la cara de Colombia en el exterior. Afortunadamente el mundo ya se dio cuenta de que Colombia está gobernada por un perfecto subnormal.
Por último, ¿cómo sería su gabinete ministerial?
De halcones. Los que van a los ministerios son halcones, gente probada, recorrida, que le pesa la cola, que tienen lo suficiente en la cabeza como para entender y en el corazón el momento histórico de Colombia, o como diría el gran Poncho Zuleta, pura leña gruesa, nada de salchipapa, pura leña gruesa, es lo que voy a nombrar yo en el gabinete como corresponde, y lo voy a hacer con un compromiso claro de responsabilidad de una lucha clarísima contra la corrupción, de un compromiso de entregar y ofrendar la vida por Colombia si es necesario.