En video | ¿Por qué nadie evita que desvíen el agua del río Ariguaní?
Corpocesar y Corpomag conocen la problemática que afecta de manera reiterada la cuenca baja del río, pero no ejercen ningún control.
Con retroexcavadoras, sacos repletos de material de arrastre y terraplenes, finqueros en la parte alta del río Ariguaní, en jurisdicción del departamento del Magdalena, están desviando el agua hacia sus predios, acaparando el caudal para regar grandes extensiones de cultivos de palma.
La situación, que es reiterativa desde hace varios años, impide que en la cuenca baja, decenas de familias campesinas, productores del campo y comunidad en general cuenten con el líquido suficiente para subsistir en medio de las secuelas dejadas por el intenso verano, y enfrentar la pandemia del coronavirus.
Los afectados han denunciado esta situación ante las corporaciones autónomas regionales del Cesar y Magdalena, que tienen competencia sobre el afluente que divide a los dos territorios; pero
–según dicen– la respuesta ha sido nula, mientras continúan las intervenciones irregulares en la corriente.
Los mismos lugareños dan cuenta de una trinchera de más de un kilómetro que, según indican, capta un alto porcentaje del caudal actual del río en la parte alta y lleva el agua hasta una finca en el Magdalena.
“Esta es la segunda muralla China”, dijo Mauricio Sierra, usuario de la cuenca baja para dimensionar la estructura construida con maquinaria pesada en el lecho del río, desviándolo en grandes proporciones hacia la hacienda ‘La Pola’, según denunciaron.
“El daño no es solo para los productores del campo, aquí sufrimos todos por falta de agua; la ganadería y la pesca se afectaron. Nosotros estamos en Puerto Lajas, un caserío de Bosconia (Cesar), allí tenemos una escuela para 250 niños, hay mujeres embarazadas, ancianos, y muchas comunidades en la margen izquierda que están padeciendo porque el Ariguaní en la parte baja está prácticamente seco”, señaló Sierra.
Aseguró que de las trincheras tienen conocimiento las corporaciones autónomas del Cesar y Magdalena, pero “se han hecho las de la vista gorda”.
Juan Valencia, otro productor en la zona afectada, sostuvo que “el río tiene unas concesiones que autorizan la captación legal de cierto volumen de agua, pero es que hay unos usuarios del caudal, sobre todo en el área del Magdalena, que están construyendo esas trincheras que frenan la corriente y la desvían hacia sus predios, cosa que no está permitida por la Ley. Exigimos a las autoridades competentes tomen cartas en el asunto”.
“Hay unos señores de la hacienda La Pola, por ejemplo, que tienen un trincho que para armarlo se necesita bastante tiempo y maquinaria, nosotros llevamos más de tres días tratando de desbaratarlo, y cómo será de grande que no hemos podido, eso está afectando a las comunidades, porque las de abajo no tienen agua ni para tomar; el río está tan seco que hasta una gallina puede cruzarlo”, puntualizó.
Señaló que existen otras fincas como ‘Patio Largo’ que también desvía el caudal. Afirmó que las concesiones autorizan la captación y por lo tanto deben tomar la cantidad aprobada, pero no hacerlo de esta manera. “Están captando agua por donde no deben”, sostuvo.

Concesiones
Las concesiones autorizan a los usuarios abastecerse de agua; no obstante, los lugareños señalan que no se está haciendo la regulación adecuada, ni los propietarios en el área de arriba consideran, en una temporada tan intensa de verano como la que se ha registrado, que los porcentajes de aprovechamiento de la corriente deben bajar, para darles prioridad a las comunidades.
Esta es una historia que se repite, con la sequía muchos tratan de abastecerse aun a costa de quienes también necesitan el líquido. Así lo atinó a decir en un reportaje de este mismo medio sobre este ciclo, Fernando Eliécer Flórez, habitante de Puerto Lajas, asegurando que “cuando yo conocí el río Ariguaní, hace más de 40 años, por aquí no estaban las palmeras, esto era un paraíso, era caudaloso y la gente trabajaba contenta, había abundancia de pescado como bocachico, bagre, comelón y blanquillo, pero ahora todo eso se acabó. Las canoas están casi tocando el camino de arena que queda”.
“Oídos sordos”
Valencia indicó que han llamado a Corpocesar y Corpamag pero que no les prestan atención. “Aquí vino una comisión pero dejó eso así, y de ahí no ha habido forma que hagan una regulación efectiva, entre tanto el río sigue desviándose”.
Víctor Ochoa Daza, cultivador de arroz en la zona rural de El Paso (Cesar) manifestó que “los usuarios de abajo nos quedamos sin participación, hicimos un llamado a las autoridades para que controlen, pero no responden”.
Afirmó que en la cuenca baja están afectadas poblaciones enteras como los caseríos Manantial, Tres Pelos, Puente Laja, El Tropezón, y muchas otras que viven básicamente del río. “Esta es una zona pesquera, ganadera y agrícola, pero todo está en riesgo de perderse”.

Comisión conjunta
En diálogo con EL HERALDO, el director de Corpocesar, John Valle Cuello, señaló que frente a esta queja están en diálogos con funcionarios de la Corporación Autónoma Regional del Magdalena para ordenar una comisión conjunta, a fin de entrar a revisar la situación y tomar las medidas en cada caso”.
“El río Ariguaní está en límites de los dos departamentos, y es compartido en competencia por las dos corporaciones, ya hemos hecho regulaciones en el cauce, realizamos visitas y se controlan las bocatomas de las concesiones existentes”, indicó.
Precisó que por años en el Ariguaní se viene aplicando una regulación, que es una especie de ‘pico y placa’ que ha funcionado. Se trata de un acuerdo incluso que fue concertado y aprobado con los usuarios del caudal.
Con la medida, una semana se abren las compuertas en la parte alta para que se abastecieran de agua los usuarios en ese sector, la mayoría con cultivos de palma, y otra semana en la cuenca baja de donde se surten las comunidades de los pueblos ribereños.
Para Juan Valencia, el ‘pico y placa’ funcionó hasta abril pasado, pero, según dice, desde entonces no ha habido forma que las corporaciones hagan las regulaciones.
El río Ariguaní nace en la Sierra Nevada con una longitud de 183 kilómetros, tras su sequía en la cuenca baja, los campesinos indican que se ha desencadenado una emergencia social y ambiental, en jurisdicción de los municipios a lo largo de su ribera, especialmente en el Cesar.
Corpamag responde
El subgerente de Corpamag, Alfredo Martinez, explicó que en el río Ariguaní se tiene un programa de regulación del agua concertado con los mismos finqueros y comentó que se viene haciendo desde hace más de 15 años, cuando se acordó una especie de pico y placa, dándole agua, unos días a la parte media, otros días a la parte baja y también a la alta. En promedio 8 o 9 días para cada sector.
Aclaró que cuando habla de parte alta no se refiere a la Sierra Nevada, sino en donde está la carretera, dos kilómetros aguas arriba del puente Ariguaní.
“Por esta situación del coronavirus, los decretos de restricción a la movilidad y el aislamiento no nos permitieron inspecciones y al no estar la autoridad allá, estos señores han desatendido los acuerdos”.
Indicó que “una de esas situaciones se presentó hace unos días en La Pola, donde nos comentaron que había maquinaria y un jarillón y que estaba desviando agua a través de trinchos, cuando de acuerdo con la programación no le tocaba”.
Precisó que ante la queja de los finqueros de la parte del Cesar, la situación fue atendida virtualmente.
“Abrimos un proceso de investigación sancionatorio, pero a raíz de la presión que hubo desde el Cesar, están quitando el jarillón”, anotó.
Esta semana Corpamag enviará una comisión al sitio. “Esa situación no solo se presenta del lado del Magdalena sino del lado del Cesar".