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Los medios de comunicación han estado registrando en los últimos meses varios casos de “caídas desde grandes alturas de niños de edificios”. En nuestro medio no hay datos concretos de incidencia ni de prevalencia de estos accidentes, sin embargo, las caídas desde cualquier altura están entre las primeras causas de politraumatismos que ingresan a los servicios de urgencias, seguida de los atropellos, accidentes de tráfico y accidentes de bici o moto, y se consideran una causa de muerte relacionada con traumatismo por detrás de los accidentes de tránsito, quemaduras y ahogamientos. En años atrás, las caídas de los niños se daban desde los árboles, hoy el mayor número de ellas corresponden a precipitaciones desde edificios, que pueden carecer de mecanismos o sistemas de seguridad en sus ventanas o balcones.

Entre los casos reportados está el ocurrido en un niño de 4 años caído desde gran altura o precipitación de 18 metros. Los datos provienen de los medios de comunicación confiables, se recogió el momento y el lugar, no es claro la existencia o no de amortiguación por cuerdas de la ropa, árboles, tejados. Quién realizó los primeros auxilios, con prontitud condujo el niño a un sitio hospitalario y luego internado en una UCI Pediátrica. La evolución fue satisfactoria, sin secuelas, con solo rasguños, lo que no era lo esperado, ya que, según pediatras y expertos traumatólogos, en la mayoría de los supervivientes, sobre todo si la caída es de una altura mayor de 2 metros, (como el caso señalado) quedan con alguna secuela invalidante.

Esto teniendo en cuenta que, en alto % sufren algún tipo de TCE (trauma craneoence-fálicos), que en buen número son graves y pueden presentar lesión medular, sufren lesiones torácicas con contusión pulmonar. El trauma intra-abdominal es frecuente porque su hígado y bazo son proporcionalmente más grandes en relación con su tamaño corporal y sus costillas son más flexibles. Además, con alta incidencia de fracturas en los miembros ya que no logran enderezarse por completo al momento de caer, haciéndolo sobre sus extremidades superiores e inferiores. En este caso no se presentó ninguna de estas lesiones, de ahí que “los familiares lo consideran un milagro”.

Este niño está en edad preescolar, entre los 2 y los 5 años, uno de los picos en donde ocurren estas precipitaciones. A esta edad, los niños adquieren independencia en cuanto a su motilidad, pero todavía no tienen percepción del riesgo o del peligro. En un alto % de las ocasiones, están acompañados por otros menores y a veces están completamente solos en casa, utilizan muebles cercanos a las ventanas para subirse a ellas. De ahí que descuidos en los cuidadores y tener muebles cercanos a las ventanas, son factores que inciden en la ocurrencia. Son más frecuentes en hora de la tarde, cuando han llegado del jardín o colegio, ya estando en casa.

Y otro horario pico se produce por la mañana cuando se abren las ventanas para realizar las tareas de limpieza, periodos para tener en cuenta en las estrategias de prevención. Presentan una mortalidad elevada, en un alto % de los supervivientes presentan secuelas graves con dependencia para realizar las actividades de la vida diaria, lo que supone una importante carga asistencial para la familia y el sistema sanitario. Por ello hay que insistir en campañas de prevención de las caídas desde grandes alturas, especialmente sobre medidas de seguridad en ventanas y balcones que logren disminuir el porcentaje de niños precipitados desde edificios.

Agustín Guerrero Salcedo