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Cuenta la leyenda que los mexicas buscando un sitio en donde instalarse llegaron a orillas del lago Texcoco y entendieron que la profecía se cumplía al ver un águila devorando a una serpiente en un ciclo interminable, sobre un nopal, sitio en donde fundarían Tenochtitlán (ciudad de México).

Trasladados estos conceptos míticos a la situación política actual en Colombia, con la elección de presidente (2022-2026), se nota abiertamente la rapacidad de los políticos, que como águilas unos y serpientes otros, se devoran entre sí.

Esta es la única explicación para entender los cambios de direcciones, que, como la veleta, aplican, sin excepción, los que peligran quedar por fuera del festín.

Pululan las coaliciones, los acuerdos, pero se olvidan de la razón de su trabajo: el bienestar de la nación, sin exclusiones y sectarismos.

Pareciera la historia continuada desde el génesis de la república preñada de mentiras y traiciones sin saberse quién es el águila y quien la serpiente porque todos quieren comerse a todos desdeñando las formas éticas y morales, puntales para una política sana y protectora de los intereses nacionales.

¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo Dios mío?

Ulises Rafael Rico Olivero