Lo de temible es referente a la intoxicación que produce, la cual, pese a los adelantos de la medicina moderna sigue teniendo una alta mortalidad y deja catastróficas e invalidantes secuelas.
Debido a su marcada reactividad, el fósforo blanco no se encuentra libre en la naturaleza, pero está ampliamente distribuido en ella en forma de fosfatos, siendo de esta manera indispensable para la vida de las plantas, los animales y del hombre. Aprovechando su quimioluminiscencia tiene amplio uso en los productos de la luminosidad en la industria de la pirotecnia, actividad que se ha transmitido de generación en generación y que se ha utilizado en las celebraciones de efemérides, festividades patronales, Navidad y de Fin de Año; pero que unido al bello espectáculo multicolor de los fuegos pirotécnicos que lo contienen se presentan para esta época víctimas quemadas, desfiguradas, mutiladas e intoxicadas.
Las lesiones que produce el fósforo blanco se localizan en distintos órganos y sistemas de nuestro cuerpo, que se expresan con variadas manifestaciones clínicas, pero es el hígado el principal órgano afectado, y a la vez en igual forma se afectan otros como el corazón, riñón, tejido muscular, el sanguíneo y el cerebro, etc. Como se puede deducir, no hay pólvora inofensiva para niños, que cuando no los quema o les desfigura el rostro o les amputa un miembro de su cuerpo, el humo que despide les causa problemas respiratorios o si lo ingieren los intoxica que casi siempre les causa la muerte. Dejar que los niños quemen pólvora es atentar o es dejar que ellos atenten contra su vida. La felicidad que despierta en los niños las festividades decembrinas puede verse opacada por la irresponsabilidad de dejarlos que jueguen con estos artefactos pirotécnicos. Recuerden que el enemigo más temible para los niños en las Navidades es la pólvora.
Agustín Guerrero Salcedo