Quienes sobrevivimos a la hambruna y al plomo, y hemos llegado a los ochenta años nos consta que Barranquilla ocupó sitial de honor, siendo considerada la pionera en lo marítimo, aéreo y fluvial.
La Barranquilla de aquellos tiempos mostraba, orgullosamente, hombres con prioridad y seriedad, mesurado proceder y elegancia hasta en el caminar y el vestir.
Barranquilla era sana y alegre... para mercar el dinero se llevaba en la relojera y la compra se traía en sacos; lo contrario de hoy día.
De todas partes del país y de otras naciones venían gentes que por notar desarrollo, paz y alegría determinaron anclar, y a ellas debemos gratitud y aprecio por la gran parte de lo poco que nos queda. Santandereanos, caleños, chinos con sus lavanderías, hortalizas, tiendas y restaurantes. Los turcos con sus mercancías a domicilio y almacenes por doquier, etc.
Esos bellos tiempos, de nunca olvidar, no contaron afortunadamente con los politiqueros ni politicastros que tanto abundan hoy día y solo se preocupan por su enriquecimiento, y viven de espaldas a las necesidades del municipio, departamento o nación.
Las mejores y más importantes fábricas y empresas ya no existen. Sus calles ya no están como antes, adornadas de gitanas, ahora se ven jovencitas brindándose al mejor postor; niños robando celulares, bolsos y aretes; jóvenes atracando y sicarios en los parques o plazas de cementerio esperando clientela... todo horrible y funesto accionar denominado el mero rebusque.
Sus bellos parques, en su mayoría, transformados en plazoletas sin arborización o sin bancas; los hospitales sin la requerida dotación, colegios o universidades sin el debido cupo de profesores: bomberos sin mangueras, y toda la ciudad con la permanente amenaza de latrocinio y sicariato porque la Policía está asignada al tránsito.
Para colmo de males, toda vez que se acerca un debate electoral, a la clase trabajadora se le exprime de alguna manera; recordemos a San Andresito, San Nicolás, y ahora le tocó el turno a los mototaxistas a quienes por Decreto 001 se les obliga a no trabajar, sin antes haberles buscado el gobierno otra manera para el sostenimiento de sus hijos y el oportuno pago de los servicios públicos y demás necesidades.
No es de sentido común exigir orden a quien se le persigue por trabajar.
Rafael Buendía Sierra
C.C. 833.617 de Barranquilla