
El pasado 29 de diciembre leí en EL HERALDO con mucho pesar el artículo de la periodista Jeniffer Varela Rdz.
“Los almanaques se están yendo con los años”, para mí son como el diario vivir, es uno de los legados que me dejó mi madre Elida Bustamante, y ella, de mis abuelos maternos. Recuerdo muy pequeña en Cartagena el almanaque Piel Roja colgado en la pared junto a un inmenso escritorio donde mi madre escribía en unos libros de contabilidad, y mi abuelita cada día desprendía la hojita respectiva.
Del almanaque Bristol, el último que compré es del año 2008, cuando se conmemoraron los 200 años del Agua Florida de Murray y Lanman. De niña, lo primero que leía era la tragicomedia en 8 cuadros y luego me interesé en leerlo todo; en mi casa nunca faltó cada año, creo es único en el mundo por todas las informaciones que tiene.
Mi padre Fernando fue un ejecutivo de la Esso Colombiana, y sacaban unos almanaques grandes que mi madre colgaba en su habitación y en donde anotaba las fechas más importantes; también habían unas agenditas de bolsillo; de esas conservo de todos los años que viví fuera de Barranquilla y de Colombia; son diarios que a veces leo, y recuerdo con nostalgia, pues están anotados los viajes, paseos, películas, obras de teatro, artistas que iba conociendo y con quienes compartimos fiestas; cartas y tarjetas que enviaba y recibía y las actividades musicales y culturales junto a Marfil y nuestra pequeña Laura.
Cuando regresé, mi padre era propietario de la estación Esso El Carmen en la Cra. 21B calle 63B, donde ahora se encuentra un supermercado, y él repartía los almanaques grandes, que tenían obras pictóricas, a sus clientes; después falleció mi madre, pero yo seguí haciendo lo que me enseñó, anotar todas las fechas especiales. Luego mi padre vendió la gasolinera, pero como fue uno de los fundadores de Fendipetróleo, siempre conseguía mi almanaque de pared.
Desde hace varios años voy a la estación del señor Iguarán, en la calle 76, donde me obsequian el almanaque, igual a como lo hacía mi padre, y sigo anotando cada mes: cumpleaños, aniversarios, citas médicas, tertulias, conciertos, misas, llamadas y cartas que recibo del exterior, y así estoy pendiente, aunque pasen los años, de mis familiares, amigos de mis afectos de toda la vida, mis ídolos musicales, de todos los que se han ido y seguirán por siempre en mi corazón.
Graciela Gómez de Rojas
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