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Eleanor Roosevelt, primera dama de los Estados Unidos a mediados del siglo XX, alguna vez dijo: “El pasado, ya pasó; el futuro, es un misterio; pero el presente es un regalo, por eso se llama presente”. Nada más cercano a la realidad que se vivió ayer, cuando se cumplan 30 años de la culminación de una etapa de vida: la graduación de la Universidad. Se considera el paso por la alma mater como el peldaño más importante del discurrir humano por todo lo que toca pasar; máxime si esta etapa se quema en una universidad pública como es la gloriosa Universidad del Atlántico. Por aquellas décadas el campus de la universidad se ubicaba en la 43 con 51, en el corazón de Barranquilla, siendo de fácil acceso para los estudiantes que querían forjar un futuro para el desarrollo de sus regiones.

Una vez se lograba pasar en la Atlántico, se pagaban la primíparadas con pretender rodar las sillas de la cafetería, el lenguaje y costumbres citadinas, siendo atenuado por el deseo de salir adelante. Para la década de los 80 surgió una generación de jóvenes inquietos venidos de diferentes rincones de la Costa Caribe colombiana, que si mi mente no me falla, estuvo representado por los siguientes compañeros, que transcurridas tres décadas hoy ocupan un espacio importante en sus lugares de procedencia o permanecen aún en Barranquilla. Esta camada de jóvenes recibió título en el teatro de Bellas Artes el 26 de septiembre de 1986 con el acompañamiento de los profesores Arnold Tejada, Rafaela Vos Obeso, Wilfrido Gerlein, el profesor Burgos, Fernando Charris Almanza y otros que estos breves treinta años se llevaron pero aun en la memoria los recordamos. Esperamos poder con muchos bríos la celebración de oro.

Víctor Manuel Turizo Camaño

Vituca16@hotmail.com