Cuando el Partido Comunista de China dio la infausta noticia que el camarada Mao había muerto en la madrugada del 9 de septiembre y esta fue conocida en cuestión de segundos en el orbe entero, los obreros, los pueblos, las fuerzas y personas progresistas de los cinco continentes lloraron la pérdida irreparable de su más querido y respetado dirigente internacionalista. Hondo y doloroso impacto produjo en todo el mundo el vacío inconmensurable que dejó el fallecimiento del camarada Mao Tsetung. Su peculiar parecido a mi jefe político Jorge de Oro Ibáñez, quien representó a los progresistas colombianos el 9 de septiembre de 1976: “La maravillosa epopeya de su vida al servicio de la causa de la clase obrera y la sabiduría de su pensamiento comprobada en innumerables batallas triunfales como guía segura de quienes luchan por la revolución y el progreso, colocan a Mao entre los benefactores esclarecidos de la humanidad”.
Supo dirigir en forma acertada a más de 800 millones de chinos con su talento, al contribuir al cambio de la fisonomía del mundo sistematizando genialmente las leyes universales del cambio social. Como discípulo leal de Marx, Engels, Lenin y Stalin, él ocupa un glorioso puesto en la galería de histórica de los inmortales maestros del proletariado. Para sacar a su país del atraso, utilizó la investigación social sobre la situación viva de las diversas clases sociales. Bajo su dirección, emprendió el plan de conocer distintas ciudades y aldeas, concentrarse allí en una serie de minuciosas investigaciones utilizando el punto de vista fundamental del marxismo: el método del análisis de clases. No obstante Mao alcanzó coronar cuanto se propuso: derrotó al feudalismo, al capitalismo burocrático, al imperialismo y sostuvo una prolongada guerra de liberación contra el Japón y contribuyó decisivamente a la bancarrota fascista en la Segunda Guerra Mundial.
Es justo afirmar que con el apoyo del Sí se debe superar las secuelas de violencia, lograr una paz firme y duradera, con justicia, verdad y reparación, con igualdad creciente y trabajo digno. Con esto es más factible superar las contradicciones en la gesta emancipadora de nuestros países tercermundistas una coyuntura histórica.
Víctor Manuel Turizo Camaño - Vituca16@hotmail.com