Iconos Culturales: Adiós al Coliseo Cubierto
Se fue con toda su gloria y sin dolientes. Este recinto deportivo que fue testigo de grandes eventos, llegó a su fin en aras del progreso y modernidad, para los Juegos Centroamericanos, que se llevará cabo en esta ciudad. Los nostálgicos, que somos muchos, recordaremos que en el Coliseo Cubierto, “derramó lágrimas”, Daniel Santos, cuando se presentó con la Sonora Matancera e interpretando La despedida. “Vengo a decirle adiós a los muchachos”, la presentación del Ballet Tropicana de Cuba, con Mayda Limonta y demás estrellas. Fue el recinto sagrado de los boxeadores Mario Miranda, los hermanos Cardona, de Emiliano Villa y de otras estrellas del boxeo de la época dorada de éste deporte en nuestro departamento del Atlántico. E escenario del Festival de Orquestas y sus premios, los Congos de Oro: Cuentan que cuando lo estaban derribando, “oían” los chasquidos de los guantes de boxeos contras las “peras”, las voces de los animadores y presentadores. Que salían las notas musicales de las orquestas de Pacho Galán, de La Billos Caracas, del Binomio de Oro, de la Sonora del Caribe, de la Orquesta La Playa, los Corraleros de majagual y de tantas que pasaron en esos inolvidables y famosos festivales. Era el “alma” del glorioso “Humberto Perea”, llorando su pena. Como aquí en esta ciudad no se tiene cultura de la preservación de edificios históricos, se salvará el Romelio Martínez, ya que el próximo camino a la demolición es el “Tomas Arrieta”. Chao viejo Coliseo Cubierto.
Pablo Romo Romo
romoromop@hotmail.com
También al peató: Movilidad no solo para vehículos
A pesar de que Barranquilla ha crecido bastante en los últimos años y que estamos en mora de un censo que compruebe que tenemos más de los 2,2 millones de habitantes que aún se reportan, sigue siendo una ciudad pequeña. Una ciudad que podríamos aprovechar caminando, y más aún teniendo en cuenta los trancones importados de las grandes ciudades con los que nos estamos acostumbrando a vivir.
Si nos programamos a hacer vueltas antes de 10 de la mañana y después de 4 de la tarde cuando el sol no es tan inclemente y aprovechando los meses de sequía que hemos atravesado en los últimos años, podríamos disfrutar de una ciudad sin afanes. Pero no. Caminar por las calles de Barranquilla es toda una odisea. No solo hay que sortear toda clase de carros parqueados sobre los andenes que deben ser del uso de los peatones. También hay que mirar al piso en cada paso que demos no sea que se nos vaya el pie y de paso el cuerpo entero por algún hueco o zanja o pisemos un regalo canino. Si el andén es amplio y no hay carros, hay que tener mucho cuidado que no venga una moto esquivando trancón.
Y cuando digo que la movilidad no es solo para los vehículos, me refiero también a que los ordenadores de movilidad en la mayoría de los casos solo están pendientes de ayudar a mover los vehículos. No ven al peatón esquivando los carros para atravesar la calle inclusive en la cebra, la cual todavía desconocen los conductores es para que el peatón cruce la calle.
Estamos aún bastante lejos de pensar que la ciudad debe mejorar para el ciudadano, no para el carro.
Carlos Guzmán Garrido