Colgada de la oscuridad de mi cabaña mi hamaca espera. La aciaga noche en derredor abraza y siento amordazado en desespero al transcurrir del tiempo en la cavidad de mi cerebro. A lo lejos veo fogonazos dispersos y creo ser esta la razón de mi desvelo. Me pregunto si estoy solo viviendo este momento o si otros resignados, tal vez, lo han superado.
Terribles son las noches que cubren la espesura de mis montañas y llanos, en otros tiempos floridos, y terribles los días preñados de esperanzas muertas.
Insomnio cruel al cual me ha sometido no sé decir si la suerte o el destino que cual hiedra se ha adherido a las paredes de mis íntimos recuerdos.
Tal vez un día el despertar del alba lleve el turpial a la ventana de mi mansión sombría con su trinar de flauta melodiosa, el gorjeo de la tórtola ceniza mecido al viento y el sosiego de la paz que mi patria, en su dolor, no alcanza.
Ulises R Rico Olivero
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