El 26 de julio, en la Parroquia Santa Ana, se celebra doblemente la solemnidad de Santa Ana, porque es la patrona de la población desde el 26 de julio de 1543 y la titular de la parroquia desde 1772. La devoción y el fervor son inmensos.
Ana, quiere decir gracias, amor o plegaria. En los días heroicos del pueblo hebreo, se llamó así la madre del profeta Samuel, cuya historia emocionante nos la cuenta el primer libro de Samuel (cf. Samuel 1, 2-11) y en el protoevangelio de Santiago encontramos la vida de Santa Ana y San Joaquín, modelo de hogar en la fe y la caridad.
La historia de la imagen es la siguiente: El 11 de marzo de 1895, el templo parroquial ardió en llamas como resultado de un combate partidista de finales del siglo XIX. Se quemó la imagen de Santa Ana, traída de España. Era una imagen vestida como la de la Virgen del Carmen de Puerto Colombia o la Virgen del Tránsito de Usiacurí o la Candelaria de Galapa. A cuatro meses de la fiesta patronal y sin la imagen de Santa Ana, “no habrá fiesta patronal”, decían los baranoeros.
El entusiasmo fue desbordante y ese mismo domingo, un grupo de los presentes se fueron a conseguir varios troncos de la mejor ceiba para que el padre Caballero cumpliera su promesa. Trabajó de manera infatigable y el resultado, una obra de arte: una imagen de Santa Ana sentada y con la niña María de pie a su lado.
Santa Ana educando a la niña María en la cultura judía, quizás enseñándole el shemá. Por ello, Ana es modelo de mujer educadora en la fe.
Esta es la imagen que desde el 26 de julio de aquel lejano 1895, nos acompaña y desde hace 121 años, sale todos los 26 de julio en procesión, porque Santa Ana no solo es la dulce Madre de María, sino la “amorosa protectora de quienes en su piedad confían”.
Benjamin La Torre
benjaminlatorrearaujo@gmail.com