En el Museo Histórico Casa de la Convención de Rionegro, el 4 de julio la corte Constitucional conmemoró los 25 años de la Constitución Política de 1991. En ese emblemático lugar se promulgó la Constitución de 1863, la carta más avanzada en derechos liberales. La educación, que hasta entonces era orientada por la Iglesia, pasó a ser laica. Se abolió la pena de muerte que imperaba en el país, los ciudadanos adquirieron nuevas garantías, se fortaleció la autonomía de las regiones, hubo un definitivo avance hacia la modernidad y la tolerancia.
Con motivo de esa conmemoración, la presidenta de la Corte Constitucional, María Victoria Calle Correa, nos envió una considerada invitación para que participáramos en ese acto, en representación simbólica de mi hermano, el ex presidente de la Corte Suprema y de la Corte Constitucional, magistrado Fabio Morón Díaz. La razón de ser de ese homenaje al magistrado puede corroborarse en la Editorial de Juan B. Fernández en EL HERALDO. “Fabio Augusto Morón Díaz es parte fundamental en la modernización institucional de Colombia.
En 1990, siendo magistrado de la sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, se empleó a fondo en la sala plena de la corporación para obtener respaldo a su ponencia que permitía el conteo oficial de las papeletas que en las elecciones presidenciales de mayo de ese año le dieron el Sí a la convocatoria de una Asamblea Constitucional.
Como se recordará, la Séptima Papeleta se depositó en las urnas del 11 de marzo de 1990, como fruto de la movilización de los colombianos tras el asesinato de Luis Carlos Galán. Al cumplirse 20 años de la Constitución de 1991, Morón Díaz está, por lo tanto, entre quienes merecen ser recordados como artífices de la gran transformación institucional que se desataría a partir de entonces”.
En consecuencia la Constitución de 1886 dejó de existir. Asistí al homenaje de Fabio Morón Díaz, ante la afable invitación de la presidenta de la Corte Constitucional.
Darío Morón Díaz
Reducción del precio: Cartel de la gasolina
Yo, como ciudadano del común, no entiendo por qué el señor Pablo Felipe Robledo, superintendente de Industria y Comercio, sancionó a las empresas azucareras, papeleras y a otras tantas empresas industriales. Por ser carteles comercializadores de petróleo que operan en Colombia, como son, Texaco, Terpel, Esso, etc, etc.., eso es un cartel, ya que se ponen de acuerdo para manipular el precio internamente de la gasolina a su antojo.
Ahora, el Gobierno no aplica la ley por igual para todos, ya que cuando el precio del arroz, el maíz o el azúcar sube, las medidas que se toman es importar estos productos y así obligar a reducir su precio. Por qué no hacen lo mismo con la gasolina, si el precio internamente está muy alto, entonces importen gasolina barata (Venezuela y Ecuador), para que su precio baje inmediatamente. Esto lo que demuestra es que al Gobierno lo único que le interesa es exprimir a más no poder al ciudadano del común.
Señor presidente Santos, sea más inteligente, en vez de amenazarnos con el fracaso de la refrendación del proceso de paz, lo que debe hacer es premiarnos a todos los colombianos de bien, incluyendo en el plebiscito por la paz la pregunta que si tambien queremos que nos hagan una reducción mínima de $3.000 en el precio por galón de gasolina. Estoy seguro de que el Sí ganaría rotundamente, por lo menos con un 99%, y el pueblo colombiano estaría altamente agradecido.
Ojalá el presidente Álvaro Uribe Vélez lidere gran iniciativa del plebiscito por la gasolina, y así Santos reparte la merienda a todo el pueblo colombiano y no a unos pocos avivatos y malhechores de las Farc. Los colombianos de bien lo merecemos. He dicho.
Super Hammer