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En un artículo del periodista Guillermo Zuluaga, en el diario El Espectador, denominado ‘Elogio de la montada en bus’, de forma irónica, parafraseándolo, dice que al subir a un bus la Democracia se revela, pues conviven ricos, pobres, blancos, negros, se escucha la música de moda y del gusto del conductor, muchos vendedores ofrecen sus productos señalando que lo hacen para no robar, en ocasiones se escucha una homilía de alguien citando versículos de la Biblia, y como la proliferación de vendedores es bastante, puede establecerse el tamaño del subempleo y desempleo. Como lo anterior también sucede en la ciudad de Barranquilla, añadiría, en otro estilo, algunos detalles sobres los buses urbanos de esta ciudad.

Con excepción de los que corresponden a la empresa Transmetro, nuevos, cómodos, bien organizados, seguros, el resto es rico en incomodidades para los usuarios. Ya la subida al vehículo presenta un problema por la altura de sus escalones y el torniquete en medio del camino para llegar al rellano, siéndole imposible el acceso a una mujer en estado de gravidez, a los ancianos y discapacitados. El torniquete se interpone entre el pasajero y el conductor, debiendo aquel estirar el brazo para pagar el pasaje, entonces hay que correr a sentarse con el peligro que entraña, al no existir tubos verticales donde asirse y el riesgo de herirse con espaldares de latones rotos. Hay conductores que van hablando todo el tiempo por celular, otro tiene un pequeño televisor a su lado, abanicos que no tienen protector y la hélice puede salir volando, en fin, de todo hay en los buses urbanos de Barranquilla.

Emiro Guerrero
Jegr24@hotmail.com