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En 1980, una época marcada por la suposición de una forma de pensar, vestir, cantar y expresarse diferente, nació una cumbiamba que representaba el espíritu de la indomable década reclamada por el minimalismo.

El génesis de la Cipote Vaina se forjó en 1979, en el apartamento de Amparo Caballero de Velásquez, llamada tiernamente por sus allegados como Mamá Amparo. Esta mujer recibía en horas de la noche a varios compañeros de su hijo, el arquitecto Jorge Velásquez, quienes se reunían en esos tiempos para hacer trabajos propios de la Universidad.

Mamá Amparo recuerda cómo les preparaba a los jóvenes algo de comer para que no pasaran su jornada de largo.

'Ellos llegaban a mi apartamento y hacían lo que les daba la gana, yo me afanaba por prepararles alimentos porque ellos aparecían y no había nada que brindarles. Con todo mi corazón les hacía la comida'.

En una de esos largos encuentros, escuchaban música que provenía de la calle y se asomaron por la ventana divisando que en el parque de los Fundadores, donde se encuentra ubicado el Monumento a los Mártires de Bocas de Ceniza, se encontraba un grupo de personas ensayando una presentación para el Carnaval.

Guillermo Rivera, un entrañable miembro de la Cipote Vaina, recuerda esa tarde a finales de noviembre cuando el junto a sus compañeros: José Restrepo, Humberto Doria y los hijos de Amparo bajaron a ver la presentación de la cumbiamba El Tanganazo. Le viene a la mente 'como si fuera ayer' el momento en el que bajaron del noveno piso del edificio para observar cómo danzaba la imponente cumbiamba.

Fue entonces cuando a los se les ocurrió la idea de organizar su propia cumbiamba para salir en la Batalla de Flores de 1980, cuando Ana María Donado fue reina del Carnaval. Ese año se designaron entre los primeros capitanes a Freddy González y Elsy Velásquez.