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Los cimientos de la institucionalidad en Cartagena, erosionados de por sí en la última década por una serie de escándalos de corrupción y sanciones disciplinarias que involucran a alcaldes y funcionarios de anteriores administraciones, volvieron a agrietarse en las dos semanas recientes por un estrepitoso caso que involucra cocaína, dinero en efectivo, armas de fuego, un supuesto millonario intento de soborno, acciones evasivas, movimientos sospechosos y a la presidenta del Concejo Distrital, Gloria Estrada, un hecho que generó una bola de nieve de inconformismos, críticas palabras soeces, indignación y hasta amenazas de muerte.

Una estación de gasolina ubicada en el barrio Manga, un exclusivo sector de la heroica, fue el sitio del sonado suceso a nivel nacional el viernes 14 de enero. Estrada, cabildante que pertenecía al partido Liberal, fue capturada por uniformados de la Policía Nacional cuando, a bordo de una camioneta Ford, de placas IXT-443, se movilizaba de la sede del Concejo hacia su casa, en el Pie de la Popa, a almorzar. Junto a ella estaba su esposo Martin Barreto, quien manejaba el vehículo, y el empresario Avelino Villamizar. La requisa reveló que, en el interior del vehículo, había un kilo de clorhidrato de cocaína, un arma de fuego y 7 millones 950 mil pesos.

Pero el escándalo no paró ahí. Durante las audiencias de imputación de cargos y solicitud de medida de aseguramiento, el fiscal Rashid Alí Cárcamo abrió la ‘caja de Pandora’ al asegurar que Estrada, que iba de copiloto, y sus compañeros, intentaron evadir el retén. Además, narró que Barreto intimidó a los policías.

'Yo soy político, ¿cuál es el problema?', habría dicho.