Este lunes partió de regreso a Brasil Stéphannie Oliveira, la hija del astro de la Selección de ese país, campeona en 1994, José Roberto Gama de Oliveira, conocido como Bebeto, tras seis días en Cartagena donde jugó fútbol recreativo, dio testimonio de los cambios de su vida y fue la invitada especial para orar en la iglesia cristiana Centro Bíblico Internacional, de Manga.
Stéphannie desde los 14 años estuvo participando en el mundo del modelaje. Incluso, de esa edad dejó a sus padres y se fue a Italia a entregarse de lleno a las pasarelas, especialmente de Milán. De la mano del cazatalentos Sergio Mattos, escaló por este difícil oficio hasta llegar a ocupar grandes y altos puestos internacionales.
En Italia vivía en casa de la familia del otro exastro brasileño del fútbol, Leonardo, quien además es muy amigo de su padre. El exfutbolista y su esposa fueron sus protectores en Europa.
La hija del crack de los 80 y 90, que jugó en el Viejo Continente y América, en importantes clubes, es una aficionada al fútbol.

En Cartagena, los jóvenes integrantes del templo evangélico, donde estuvo Stéphannie -quien hoy tiene 24 años, y está retirada del modelaje- no resistieron la ocasión de hacerla participar de unos 'pases' con un balón de fútbol.
En las mismas instalaciones del Centro Bíblico, la exreina de las pasarelas, el pasado sábado, se quitó sus tacones y, descalza, jugó a la 21 con los muchachos, en una jornada llena de alegría y donde Stéphannie demostró que no es ajena al deporte por el que su padre fue y sigue siendo un personaje mundial.
Haciendo gala de destreza con el balón, la joven, con sus largas y cuidadas piernas de modelo en retiro, dominó la esférica, en un juego en círculos que consiste en no dejar caer el balón, por varios minutos.
La escena fue celebrada entre los asistentes y la hija de Bebeto le demostró a quienes le acompañaban que con creatividad y amor se pueden conseguir los propósitos que se tienen en la vida.

Stéphannie, en Río de Janeiro, donde vive, asiste tres y cuatro días a la semana a un basurero de esta ciudad donde hace labor social con niños y niñas de familias de escasos recursos, que suelen sobrevivir de los elementos que recogen del relleno sanitario para reciclar.
'Dejé el confort, porque sentí el llamado de Dios para compartir con los más pobres', dijo la joven antes de partir hacia su patria.