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A la vuelta de cada esquina, en Arjona, literalmente hay un hombre o una mujer de 100 años, vivito y coleando. Y no solo uno, sino hasta dos. Y no solo de 100, sino de más años. O que están por llegar a sus primeras 100 primaveras. Son centenarios apacibles, cuidados como bebés recién nacidos, que saben reír y que luchan contra el implacable olvido de los recuerdos.

Sus hijos, sus nietos, sus vecinos los ven como unos tesoros de lento andar, graciosos y delicados. No están arrumados en centros de vidas para adultos mayores.

Ninguno de ellos tiene el secreto verdadero para atribuir la longevidad que se da en Arjona, municipio dormitorio de Cartagena, en el norte de Bolívar, con 65 mil habitantes.

Pero todos atinan a decir que la comida recién sacada de los ‘rosales’ (cultivos de patios), especialmente la yuca, el ñame y el maíz, puede ser la responsable de sus largos años de vida en la tierra.

Cristina Cota, quien se levanta todos los días dibujando una sonrisa a nadie, quizá a la vida, tiene 106 años. Tomás Romero Barrios, que a las 4 de la mañana ya está en pie, como en sus tiempos de vaquería, tiene 100 y, al igual que Cristina, en diciembre cumplirá uno más.

Juan Hernández Meza tiene 97; su esposa, Enriqueta Rodríguez Coronel, 88. Acaban de cumplir 73 años de casados y parecen unos tortolitos recién enamorados. Gilma Hernández, hermana de Juan, acaba de morir de 100 años.

Cristina Cota tiene 106 años de edad. Aquí aparece con su hija Mariana Escorcia, de 81 años, y su esposo Manuel Galvis, de 87 años.

A la hija de Cristina Cota, le dicen ‘Marianita de los bollos’, y es famosa en la región y en Cartagena por sus envueltos de yuca, maíz y coco. Ella tiene 81 años; su esposo Manuel Antonio Galvis Simancas, 87. Llevan juntos 64 años. Su madre le enseñó a hacer bollos y a su vez esta aprendió de su abuela y ahora las nuevas generaciones en el patio ayudan a hacerlos, como medio de subsistencia familiar.

El más dicharachero de todos es Arturo ‘el Mono’ Figueroa, que cumplió hace poco 93 años. Es enamorado como un picaflor, no deja escapar a mujer bonita que pase frente a sus ojos,por la plaza central del pueblo, donde religiosamente se le encuentra, perfumado, con su sombrero vueltiao y sus abarcas tres puntás, todas las tardes, hablando con sus contertulios de siempre y sobre los mismos temas que han hablado por más de medio siglo.

Juan ya poco oye, pero quien cuida a su hija Judith Hernández como si tuviera 15 años, y eso que ella es ya una mujer hecha y derecha. Es ella la que cree que la dieta puede influir en la vida larga de sus padres y de otros arjoneros.

Cristina, de 106 años, recuerda que era en los fandangos una bailarina consumada. Se ríe con picardía al recordarlo.

Tomás, por su parte, dice que cuidaba toros y le encantaban las corralejas. No se perdía una y hasta se atrevía a torear a uno que otro. Le gustaba el traguito, pero fue y sigue siendo fiel a su mujer de toda la vida, aunque ella ya no viva. Murió hace unos años. Él dice que no tuvo necesidad de buscar a otra, porque 'éramos tapa y caja'. Sobre su dieta, solo dice: 'Como yuca, pero me encanta el arrocito'.

Tomás Romero Barrios tiene 100 años de edad.

A Cristina no le pueden negar la comida que consumen en su casa. Ella no acepta comidas especiales,. La yuca, el ñame, la sopa, lo que otros devoran, ella también come. 'Qué carajos, de algo hay que morir', dice.

El Mono Figueroa está lucido, a pesar que está pisando los 100 años. Hace sobos, es curandero, silba a las muchachas y goza del cariño de todo Arjona.

Cuando se le pregunta la razón de sus largos años no duda en decir que es por ‘la harinosa’ (la yuca), pero no cualquiera, sino la que él cultiva en su patio, que no tiene preservativos ni nada que se le parezca, solo cariño y cuidados.

Curiosamente, la expectativa de vida en Arjona es de 70 años, cuatro menos que el promedio de la Región Caribe. El informe ‘Estado de avances de los objetivos de desarrollo del milenio, de Bolívar y Cartagena’, de las Naciones Unidas, indica que el crecimiento de la población de más de 80 años en Bolívar entre 1985 y el 2005 fue del 3 al 5 por ciento, en los hombres; mientras que para las mujeres pasó del 4 al 7 por ciento.

La proyección al 2015 es que la población de mujeres y hombres mayores de 80 se incremente un punto con respecto al 2005.

Aunque en Arjona la vejez no es riqueza: los niveles de pobreza son cercanos al 60 por ciento y la pobreza extrema llega al 20,4 por ciento. A pesar de que el 2,8 por ciento de su población de 65.000 habitantes vive con menos de un dólar diario y el 10 por ciento de los niños menores de 5 años nacen con peso inferior al normal, todavía hay gente que 'se atreve' a vivir hasta los 100 años y más, contentos y enamorados.

Arjona, Bolívar.