Recuperación del cementerio sefardí, acto de amor con la historia de B/quilla
Los descendientes de esta comunidad destacaron sobre el legado que han dado a la ciudad. En este lugar se encuentran los restos de Ernesto Cortissoz, entre otros personajes ilustres.
En el antiquísimo cementerio sefardí reposa, en esencia, la historia de los primeros judíos que llegaron a Barranquilla en las últimas décadas del siglo XIX y fueron un pilar fundamental para su desarrollo económico, social y cultural.
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En este lugar yacen los cuerpos de personajes ilustres e influyentes de la ciudad, que en aquella época impulsaron la actividad comercial con otros países dándole mayor visibilidad al territorio.
Sin embargo, durante muchos años este camposanto estuvo sumido en el olvido. Las paredes, que inicialmente eran blancas, estaban cubiertas de un moho, los senderos eran intransitables e incluso no se lograba identificar los nombres de los difuntos en las bóvedas.
Por esto, Billy Gerdts –en compañía de otros judíos sefardíes– decidió tomar la iniciativa para intervenirlo con el fin de hacer de este un espacio agradable para “reencontrarse” con sus ascendientes con total tranquilidad y comodidad.
“Luego de obtener la nacionalidad española, gracias a mi antepasado David de Isaac Haim Salas, mi primo Mauricio Villegas y yo decidimos recuperarlo a través de donaciones. Contactamos a la administración de los cementerios sefardíes y sinagogas y nos pusimos manos a la obra, comunicándonos con los descendientes. Esta parte sería más fácil”, contó.
Señaló también que haber nacido y crecido en Barranquilla le permitió conocer a muchos de los descendientes sefardíes, incluso antes de saber que tenían esas raíces en común.
“A través de empresas, colegios y clubes sociales, la mayoría ya éramos amigos o conocidos. Nuestros padres y abuelos fueron amigos, conocidos y socios. Por eso me da mucha satisfacción ver la acogida que ellos han tenido con el proceso de restauración del cementerio”, sostuvo.
Sobre la continuidad del proceso de restauración, Gerdts manifestó que la administración pública está comprometida con la recuperación de su historia, identidad y monumentos.
“Este antiguo cementerio será un elemento más al que se le debe dar su lugar y relevancia histórica. Queremos mantener la dinámica y el interés de la comunidad sefardí y sus descendientes en las mejoras y mantenimiento. También estamos mejorando las condiciones de las tumbas individuales, por medio de recursos de cada familia”, expresó.

Por primera vez Cecilia Mendoza, descendiente de la familia De Sola, pisó el lugar donde se encuentran los restos de su bisabuelo, Moisés De Sola, el primer rabino que llegó a Barranquilla.
“Me decidí por conocer el cementerio y la historia de quienes estuvieron antes que yo. He estado leyendo mucho y me parece alucinante saber que nuestra sangre judía viene por él y gracias a su vida hemos tenido la oportunidad de obtener documentos importantes en Europa”, manifestó.
Recalcó que en este sitio están aquellos que hicieron de la ciudad un lugar de oportunidades y abundancia. “Me llamó la atención ver de dónde vengo y también como una forma de agradecerles a ellos por todo lo que siguen haciendo por nosotros”.
Algo similar le ocurrió a Camilo Rodríguez, quien desde el 2009 acude periódicamente al cementerio para visitar a sus familiares, pero aseguró que este se encontraba en mal estado.
“Este año que vine a ponerles sus piedras, para que supieran que estuve aquí, pude ver los cambios. Sin embargo, es una tristeza ver que se han robado algunas lápidas, me imagino que fue antes de que se interviniera. No sé si aquí hay un registro de todos los que fueron sepultados, pero debería hacerse algo para reconstruir eso, pero en términos generales este parece otro cementerio, está impecable”, afirmó.

Para Jorge Cortissoz la mejor lección que le dejaron sus antepasados fue el respeto hacia sus raíces y servir a la sociedad desde el corazón.
“Desde que estábamos muy pequeños mi papá nos infundió respeto hacia el cementerio judío donde estaba enterrado mi abuelo Ernesto y con frecuencia veníamos a colocar las ofrendas. Por eso la restauración de este sitio histórico es muy importante para nosotros como familia porque es la forma que tenemos de hacerle un homenaje a ellos por su valentía y coraje”, contó.
Jorge conserva, como una reliquia familiar, las cartas que su bisabuelo Jacob le enviaba a su abuelo Ernesto entre 1897 y 1898, cuando este último estudiaba en Bremen, Alemania. En dichas misivas le recalcaba que la riqueza más importante del ser humano es poder dar sin esperar nada a cambio.
“Yo vivo en Bucaramanga hace muchos años, pero siempre que hay una actividad relacionada con la familia estoy presente porque me parece que es la forma en la que puedo agradecerles. Los escritos que mi bisabuelo le daba a él son impresionantes, recalcándole el compromiso con su ciudad, su país”, puntualizó.

En su libro ‘El registro oculto: los sefardíes del Caribe en la formación de la Nación colombiana 1813-1886’, la historiadora Adelaida Sourdis Nájera – de ascendencia judía– contó que la ciudad de Barranquilla en 1871 contaba con 11.595 habitantes y era el puerto más importante de la región superando a Cartagena (8.603 habitantes) y a Santa Marta (5.702).
“Es claro que la llegada de inmigrantes judíos de origen sefardita, siriolibaneses, alemanes, entre otros, transformó a ciudad y la convirtieron en la urbe más cosmopolita de país. Entre el grupo de familias sefardíes se destacan los apellidos Sénior, Salas, Álvarez-Correa, Cortissoz, De Sola, López-Penha, Sourdis, Juliao, Salzedo y Heilbron, por mencionar algunos”, se lee en el documento.
En el texto, Sourdis también cuenta que los judíos sefarditas de la ciudad se reunían en la casa de Abraham Isaac Sénior para rezar y leer el Pentateuco todos los sábados y se celebraban las fechas de año nuevo y el día del perdón, y en 1867 se establece un comité local de la Alliance Israelite Universelle.