Barranquilla

Incendio en la zona industrial: 60 horas de coraje bomberil

Los bomberos que atendieron el incendio en la Vía 40 contaron a EL HERALDO algunas de sus experiencias durante la emergencia.

Miércoles 21 de diciembre. 4:30 de la mañana. El preludio de una emergencia sin precedentes. Un gigantesco tanque ardía en llamas, desencadenando un episodio de más de 60 horas de terror, miedo y zozobra, que puso a prueba la gallardía del Cuerpo de Bomberos de Barranquilla.

Los primeros rayos del sol aún no despuntaban, mientras una estela de fuego y humo ya cubría gran parte del norte de la ciudad. En cuestión de minutos, las sirenas retumbaron con fuerza en la zona industrial de la capital del Atlántico, aquella que ha sido su músculo al progreso.

A bordo de un carro de Bomberos se trasladaban el sargento Javier Solano y otros oficiales, que se encargaron de realizar la inspección en la zona. Con tan solo llegar al lugar pudieron detallar la magnitud de la conflagración. Por eso, desde otros puntos cardinales de la ciudad, fue necesario que se desplegaran apoyos para reforzar la misión. 

Carlos Mejía fue uno de los primeros oficiales del Cuerpo de Bomberos que arribó a la zona de la emergencia para apoyar las labores de mitigación. A pesar de solo tener 23 años de edad, el fuego no lo amilanó y durante horas estuvo en la primera línea de batalla contra aquel indomable enemigo.

“Cuando llegamos al lugar, pudimos notar la complejidad. Era un incendio de grandes proporciones, algo que nunca había visto. El miedo se apoderó de mí, porque nos estábamos exponiendo a un peligro que nos podía llevar a perder la vida”, sostuvo el joven, quien desde hace 3 años se enroló en este cuerpo de socorro.

En su mente se encuentran intactos los momentos de angustia que junto a sus compañeros tuvo en medio de la atención de la emergencia. Pocas fueron las horas de sueño que logró tener durante esos tres días, puesto que su prioridad era poder controlar las llamas que amenazaban con generar una catástrofe en este sector de la ciudad.

“Mi familia no dejó de llamarme ni un minuto. Cuando revisé mi celular encontré cientos de llamadas perdidas y mensajes de muchos allegados. Todos estaban preocupados por mi integridad, porque no se conocía la identidad del bombero que murió en medio de la atención a la emergencia”, agregó Mejía.

Vocación y familia

 El amor por su trabajo puso a la bombera Yamile Beltrán en un angustioso escenario, pues su corazón debía quedarse en casa junto a sus tres hijos, mientras ella, con absoluta valentía y conciencia, salía a atender el llamado bomberil. 

“Yo había salido de turno la noche del martes y me avisaron de la emergencia a las 5:00 de la mañana. En ese momento les dije a mis hijos lo que estaba pasando y la mayor se puso a llorar porque me tenía que ir. Ese día me descargó el teléfono de tanto llamarme, estaba angustiada”, contó. 

Relató que fue muy impactante para ella ver las llamas tan grandes, le impresionó encontrarse con todas las autoridades concentradas en un mismo lugar y saber que la comunidad en la ciudad estaba angustiada. “Eso nos llenó de temor, pero siempre confiamos en el conocimiento de nuestros oficiales y entes que se reunieron. Ahí se supo con qué cuenta Barranquilla y nosotros como bomberos”. 

Yamile es madre soltera y un ejemplo para su familia, aunque el miedo en estas circunstancias, pusiera a prueba su fortaleza. “Yo siempre les digo a mis hijos que esta es una profesión en la que uno sale de la casa, pero no se sabe si va a regresar. Es muy difícil porque la familia se deja a un lado por servirle a la comunidad. Yo soy mamá y papá y eso hace más complejo enfrentarse a situaciones como esta, pero amo mi profesión”.

Recalcó que los bomberos también son seres humanos que sienten temor porque se suben a una máquina desconociendo la situación que van a enfrentar. “La diferencia con este incendio es que ya sabíamos qué era lo que pasaba por las dos escuadras que estaban en el lugar”, sostuvo.

Con el corazón compungido por la pérdida del sargento Solano, los recuerdos que invadieron su mente en un instante, no miró hacia atrás esa mañana y salió a trabajar porque los bomberos “nos debemos a la comunidad”.

Llamas durante la primera noche del incendio en la Vía 40 Luis Rodríguez Lezama
“Nunca había visto algo así”

Desde hace dos años y seis meses Argemiro Caro es miembro del Cuerpo de Bomberos y “nunca había visto un incendio como el de hace unas semanas”.

Cuenta que el peligro era constante, incluso desde antes de llegar hasta el lugar de la emergencia, el solo hecho de saber que le tocaba enfrentarse a ese “monstruo” lo atormentaba.

“Desde que salí de mi casa para atender la emergencia mi familia quedó angustiada, yo cada vez que podía me comunicaba con ellos para mantenerlos al tanto de cómo estaba, pero era complicado hacerlo seguido por la gravedad de la situación”, expresó.

Aseguró que si bien esta fue una experiencia que dejó tristeza –por la pérdida de Solano–, también les entregó mucho aprendizaje.

“Se vio mucho el compañerismo, el trabajo en equipo con los diferentes organismos de socorro que estuvieron ahí y la unión. Después de lo que pasó con el sargento nuestra mentalidad cambió y nos unimos más”, detalló.

Una vez se superó la emergencia la celebración fue imparable. “La alegría fue inmensa, a tal punto que nos abrazamos y saltábamos porque habíamos logrado el objetivo”.

Miembros del Cuerpo de Bomberos de Barranquilla en la estación 11 de Noviembre. Josefina Villarreal.
“Sentí mucha angustia y miedo”

Ayudar a la comunidad, brindarles el apoyo personal y laboral a quien necesitan fueron las razones por las que Bladimir Orozco decidió convertirse en bombero, a sabiendas de todo lo que esta profesión implicaba.

Los cuatro años que lleva en la institución le permitieron capacitarse para salir “en la primera línea” a atender la emergencia en la Vía 40. 

“Sentí mucha angustia y miedo al salir hacia la emergencia, mi familia quedó muy preocupada sabiendo a lo que yo me iba a enfrentar. Hasta el momento esta es una de las experiencias más difíciles que he vivido aquí por el tipo de incendio y la pérdida del sargento. Es algo que no nos esperábamos”, aseveró.

La tenacidad y constancia de los bomberos durante esas horas críticas –a pesar del agotamiento físico–, demostró su compromiso y vocación de servicio con los barranquilleros enalteciendo su labor, pero también colocando en el panorama las necesidades que tienen como institución y que se deben ser suplidas con urgencia. 

Unidad de Bomberos dirigiéndose hacia el incendio. Josefina Villarreal
Así transcurrió la emergencia en la Vía 40

En la madrugada del 21 de diciembre un tanque que contenía combustible para aviones estalló dentro de la empresa de acopio de hidrocarburos Bravo Petroleum, provocando que un extenso sector de la Vía 40, entre la calle 85 y la rotonda Adelita de Char (Las Flores), se viera afectado por las llamas.

Los encargados de atender la emergencia llegaron con la mayor brevedad posible; sin embargo, fue poco lo que pudieron hacer en ese momento, debido a la magnitud de la emergencia. El fuego no solo afectó la planta, sino que produjo grandes nubes de humo que se extendieron por un amplio sector del norte de Barranquilla y algunos municipios del área metropolitana.

Pasadas las horas y con la llegada de los demás entes, se intensificaron las acciones para mitigar el fuego por agua y tierra.

El Cuerpo de Bomberos y otros organismos de socorro implementaron dos estrategias: una defensiva y otra ofensiva. Con la primera –de acuerdo con el capitán Charles Benavides, director Nacional de Bomberos– se aisló y mantuvo con bajas temperaturas los tanques que no fueron afectados por las llamas.

La ofensiva, por su parte, correspondió a buscar un par de acciones que permitiera atacar el foco del incendio. Inicialmente, las autoridades habían manifestado que el incendio podría extinguirse en unos 3 o 4 días. Esto en razón de que se debía esperar a que se quemara el combustible de los tanques de almacenamiento en su totalidad. Al final, las maniobras implementadas permitieron cumplir los plazos. 

Después de 60 horas y jornadas extenuantes, con aplausos y abrazos, los miembros del Puesto de Mando Unificado (PMU) dieron por terminada la emergencia en la zona industrial de Barranquilla.

Para esto, fue necesario esperar a que la operación fuese segura para la estructura y el Cuerpo de Bomberos, así como calcular muy bien los tiempos para su ejecución.

“El radio se quedó en silencio durante quince minutos”: teniente Fonseca

Es poco usual que al llegar a casa el teniente César Fonseca deje su radio encendido una vez termina su turno en la estación de Bomberos; pero, la madrugada de ese miércoles la angustia de sus compañeros fue su despertador. 

“¡Salgan, evacuen, evacuen!”, se escuchó luego de una explosión. Después de eso no se supo nada más de aquellos bomberos durante quince minutos. Los más largos que ha vivido Fonseca.

“Yo comencé a temblar en mi casa, y dije: ¡Se mataron los bomberos!, me siento en una silla y le digo a mi esposa que me lleve a una clínica porque me sentía mal, se me pasó lo peor por la cabeza en ese momento”, relató.

La incertidumbre terminó cuando dieron el aviso de que habían encontrado un lugar por el cual podían salir de forma segura. “El compañero que estaba ahí, un poco más calmado, explicó que había caído una lata dentro del tanque y el nivel se elevó hasta llegar a la Vía 40. Yo sufrí porque no estaba en terreno viendo de primera mano lo que estaba pasando, pero solo quienes estaban al frente, en el fuego, saben lo que vivieron”, aseguró.

El teniente expresó que el espacio por el que debían ingresar las unidades para llegar al incendio era reducido y se “puso en manos de Dios” cada una de las maniobras que ejecutaron pues el riesgo era inminente.

“Afortunadamente teníamos el río Magdalena detrás y la brisa a favor porque de lo contrario la emergencia hubiese sido peor”, dijo.

En su rol como padre, una vez llegó a la emergencia, Fonseca asegura que se llenó de temor al saber que su hija –quien lleva tres meses en la institución– había ingresado hasta la zona de riesgo. 

“Yo la regañé porque era muy peligroso que estuviera ahí sin tener la experiencia. El calor era terrible y me dio pánico que se expusiera así, yo creo que ella se molestó, pero no me importa, me tuvo que hacer caso por ser su superior y su papá”, sostuvo.

Teniente César Fonseca coordinó la operación desde el Cuerpo de Bomberos de Barranquilla. Josefina Villarreal
Sargento Solano, un héroe caído en la misión

El incendio cobró la vida del sargento Javier Solano. Él ingresó al lugar de la emergencia para apoyar al Cuerpo de Bomberos de la estación Las Flores, quienes fueron los primeros en atender la conflagración.

Aunque hasta el momento no se ha conocido la declaración oficial sobre cómo sucedió su muerte, al parecer Solano habría tratado de salvar a una de sus compañeras, empujándola para que no le cayera una estructura que al final lo impactó a él.

Su acción coincide con las declaraciones que entregaron algunos de los Bomberos que estaban en el lugar, pues lo describen como un “excelente profesional, con 26 años de experiencia en su campo”.

El cuerpo de Solano fue velado en la Funeraria Los Olivos. El desconsuelo era total. Luego con una calle de honor en la estación de Bomberos 11 de Noviembre –donde trabajó por más de 20 años–, compañeros y familiares le rindieron un sentido homenaje antes de ser sepultado.

En el ambiente solo se percibía tristeza. Las lágrimas que derramaban todos los asistentes era el resultado del profundo dolor por el que atravesaban, mientras la familia permanecía unida junto al ataúd.

El teniente dejó cuatro hijos: tres mujeres y un hombre, y era residente de la Urbanización Caribe Verde.

Su esposa Malca Diazgranados, en medio del dolor, recordó a Solano como una gran persona. “Era un excelente esposo, excelente compañero y una gran persona. Yo sé que está con Dios y eso es algo que me da paz en el corazón. Mi fortaleza en este momento es Dios”, dijo.

Los compañeros y amigos de Javier también indicaron que era una persona alegre y comprometida con su labor. Aseguraron que siempre podían contar con él, era dinámico y resolutivo al momento de desempeñarse en el trabajo. “Yo me crié con él, era un gran amigo, padre, sargento. El mejor.

Siempre andábamos juntos y nunca esperé que tuviese una muerte así”, manifestó el sargento Sergio Mendoza, quien entró al mismo tiempo que Solano.  

Contó que mientras estaba atendiendo la emergencia en la Vía 40 quería apagar esas llamas rápidamente porque le quitaron a uno de sus mejores amigos. “Me regañaron bastante porque fui atrevido en algunas ocasiones, pero bueno, era la impotencia porque no pudimos hacer más por él”.

La familia del sargento Solano será indemnizada con una póliza adquirida por el Distrito para casos como este. Asimismo, el rescatista contaba con un seguro de vida debido a su profesión de alto riesgo. A una semana de su fallecimiento, la Alcaldía de Barranquilla realizará este lunes a las 7:00 de la mañana una eucaristía en su honor en la iglesia Nuestra Señora del Carmen, ubicada en la carrera 50 #55-176. 

Sargento Javier Solano, fallecido durante el incendio en la Vía 40. Cortesía
Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.