El futuro que estamos construyendo para Colombia no puede ser uno de parches y soluciones temporales. Necesitamos políticas que impulsen la construcción de nuevas viviendas y que apuesten por un desarrollo urbano ordenado, sostenible y digno.
Escuchando las declaraciones de la ministra, resulta profundamente preocupante que la estrategia principal del Gobierno sea delegar en los usuarios métodos ineficaces para ahorrar agua. Contrario a cumplir el objetivo, esto genera un pánico colectivo que impulsa a las personas a sobre abastecerse para enfrentar el racionamiento inminente, no debido a la escasez de agua, sino a la falta de una planificación y gobernanza sobre el recurso, que actualmente no existe, ni se aplica en Colombia.
Creo que este Gobierno nos ve como un número, un dato, un cliente. Somos 52 millones de usuarios que serán trasladados a otras empresas proveedoras de gas, combustible y energía, probablemente empresas venezolanas. ¿De esto se trata? ¿Quiénes son los dueños de esas empresas venezolanas? No seamos tan ingenuos.
¿Por qué no pensamos en acabar los Planes de Desarrollo y pasamos a programas a largo plazo? Unos donde se identifiquen las necesidades interregionales; donde la estrategia de dichos programas contemple fases de entrega de obra pública de acuerdo a cada periodo de cada alcalde, y con eso garantizamos que los gobernantes locales tomen la foto y corten la cinta, al tiempo que se logra que dicha infraestructura construida cumpla con las necesidades de los ciudadanos a largo plazo.
Fortalecer y potenciar este Instituto representa un paso crucial para Colombia en el camino hacia la transición energética. La única forma de hacer realidad la narrativa es a través de la investigación científica de altísimo nivel, el desarrollo tecnológico y la búsqueda de eficiencias en la producción de hidrocarburos en el país utilizando tecnologías de punta para apalancar proyectos de hidrógeno, energías renovables, geotermia, soluciones de bajas emisiones y biocombustibles, entre otros.
Barranquilla entendió que por encima de los egos políticos está el ciudadano, que por encima de la favorabilidad, está la continuidad de los proyectos, y que por encima de la vanidad, está la oportunidad. La oportunidad de terminar lo que alguien empezó y capitalizó políticamente, por que si el nuevo gobernante debe dejar su ego atrás, el saliente también debe dejar que las ciudades brillen por sus obras.
El monopolio estatal de los servicios públicos no es una buena idea; destinar recursos para la construcción de la infraestructura sí lo es.
Construir vivienda tiene también efectos positivos en situaciones más estructurales de la realidad social, política y económica del país, que al final están estrechamente relacionadas con la agenda global de desarrollo sostenible.