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Salir de sus resguardos en la Serranía del Perijá, entre el departamento del Cesar y los límites con Venezuela con el fin de buscar garantías mínimas para vivir no ha sido fácil para los indígenas de la etnia Yukpa que, desde hace más de dos meses, deambulan por las calles de Barranquilla y algunos municipios del área metropolitana.

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Los parques o espacios abiertos se han convertido en su lugar de vivir, tal es el caso de Dionisio Romero, quien llegó en compañía de su mujer – en estado de embarazo –, sus tres hijos y cinco familias más. Su nuevo 'resguardo' está situado en una de las orejas del puente de Murillo con Circunvalar, en Soledad.

En medio de improvisados cambuches se resguardan del sol y en las noches, del frío. Las sillas para poder descansar son unos baldes, se bañan al aire libre y para hacer sus necesidades fisiológicas deben ingeniárselas, pues no cuentan con un espacio para hacerlo.

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Venden artesanías para poder comer

La manera de ganarse el pan de cada día cambió de la agricultura y labores del campo, al hacer artesanías – actividad que solo realizaban las mujeres – para poder comprar comida y posteriormente alimentarse. En algunos casos, almas generosas llegan a este lugar para hacer sus donaciones, entre ropa, arroz, aceite y demás enlatados.

La estufa es un improvisado fogón de piedras, en el que en dos ollas un poco desgastadas preparan el arroz y el acompañante que tengan, en la mayoría de los casos sardinas, pues aseguran es lo más barato que hay para comer.

De acuerdo con Dionisio Romero, el desplazamiento forzoso por grupos al margen de la ley, la falta de tierras para cultivar y la carestía de los productos que requieren para cosechar, han sido los factores que los han obligado a movilizarse hacia estos territorios, los cuales eran totalmente desconocidos para ellos.

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'Nosotros estábamos acostumbrados solo a estar en la sierra, pero las cosas no están nada fáciles por allá y por eso nos tocó salir. Acá comemos con lo que podemos vender, calambucos, canastas y lámparas, eso es lo que hacemos con nuestras manos', expresó el indígena.

Milagro de vida

El pasado 11 de noviembre nació Saraí. A diferencia de un parto atendido en un hospital o centro de salud, este se dio en uno de los cambuches de este lugar. La recibió su padre, Dionisio Romero, quien hizo las veces de partero y fue asistido por una de sus tías. Aunque desconocían su sexo, esta pequeña de tez morena y cabellos negros logró cautivarlos.

Una colchoneta desgastada y que permanece tirada en medio de la arena y un poco de grama, hace las veces de cuna. El ventilador es la brisa contaminada que puede provocar el paso de los camiones y vehículos que transitan por este sector.

Saraí se alimenta por el seno de su madre, quien poco habla el español y se alimenta a su vez con lo que pueden conseguir a través del rebusque.

'Esta niña ha sido de alegría para todos porque nació en este patio. Lo atendí con una tía porque no teníamos a dónde ir o quién nos llevara a un hospital. La mamá ha sufrido bastante porque casi no bota leche, por la falta de comida, queremos que nos ayuden', expresó Dionisio.

El drama se vive en otros puntos

En la calle 22E, prolongación de la Murillo en cercanías del barrio Las Trinitarias, se repite el drama. En este punto se encuentran cerca de 70 indígenas de la misma etnia, entre ellos 60 niños y los demás son adultos.

Tito Romero Romero, quien está asentado en este punto, explicó que, deben salir las calles principales de Soledad y algunas de Barranquilla, dado que necesitan ayudas y hasta el momento no han recibido ninguna.

'Estamos mejor que como estábamos en la sierra, pero no vemos que alguien nos ayude. Tenemos muchos niños, y debemos salir a las calles a pedir dinero y comida porque no tenemos con qué comer, la situación en la sierra no está fácil y nos ha tocado salir casi que a la fuerza', expresó el hombre que oscila entre los 36 años.

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¿Qué dicen las autoridades?

El secretario de Gestión Social de Soledad, Deiver Conrado, se refirió a la situación de las familias asentadas en un cambuche ubicado en una de las orejas del puente de Murillo con Circunvalar, en Soledad, al indicar que inicialmente el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) en conjunto con la Policía intervinieron la situación, pero desafortunadamente la entidad no cuenta con un lugar sustituto para indígenas.

En ese sentido, puso de presente que se determinó la caracterización de esta población para ser trasladados a su región. 'Insisten en que no se quieren ir antes del 24 de diciembre para vender sus artesanías, pero estamos en el proceso de persuasión para que se puedan devolver', dijo.

El funcionario, además indicó que cerca de 60 personas es el número de familias que se encuentran asentadas en el municipio de Soledad, las cuales provienen del departamento del Magdalena y La Guajira.

A su vez, Conrado agregó 'los traslados generan un costo. Intervenirlos de forma directa es complejo por el contexto en el que se encuentra. La única solución es devolverlos a su lugar de origen', reiteró.

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¿Qué está ocasionando el desplazamiento de indígenas?

De acuerdo con la Organización Nacional de Colombia, ONIC, el conflicto armado de la frontera entre Colombia y Venezuela, y la aguda crisis sociopolítica venezolana está obligando a los indígenas de la etnia Yukpa a desplazarse masivamente a las ciudades, en específico al interior del territorio colombiano, en el cual, según esta entidad, deben enfrentarse al abandono estatal, pobreza, situaciones degradantes e inhumanas, todo esto sin los servicios básicos fundamentales.

Lo manifestado por esta entidad, explica que, a través de la aplicación inmediata del artículo 96 de la Constitución Política de Colombia, obliga a los gobiernos municipales y departamentales a garantizar a estas personas el acceso a derechos con enfoque étnico diferencial, en respeto a las leyes de origen, a partir de una única identidad: la indígena.

'Exigimos que Colombia aplique de inmediato el principio de reciprocidad internacional legal, judicial o fáctica y con medidas administrativas con observancia siempre del principio pro homine', señaló la ONIC.

Asimismo, resaltó que, 'rechazamos la discriminación sistemática de la que somos víctimas: Las pocas medidas adoptadas por Colombia y los Estados fronterizos no contienen enfoque étnico diferencial para atender de manera clara, efectiva y respetuosa de la dignidad, por el contrario afianzan acciones discriminatorias que resultan el aumento de las condiciones de desigualdad material y aportan en el exterminio físico y cultural de nuestros Pueblos'.