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El salón del grado 1A de la Institución Educativa San Antonio de Piojó se ha convertido en la casa temporal de Yarelis Revueltas Escobar y su familia.

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Este mismo centro escolar la formó y fue su fuente de empleo por muchos años. Yare, como es conocida cariñosamente en el barrio Camino Grande, vendía dulces y con lo que ahorró logró ayudarle a su esposo para construir su vivienda, esa que en cuestión de segundos quedó convertida en escombros tras el movimiento en masa que ocurrió en este municipio el pasado domingo 6 de noviembre.

Unas cuantas mudas de ropa y seis sillas plásticas fue lo único que pudo recuperar en medio de la emergencia. Sentada en el corredor del colegio que se convirtió en un albergue temporal para las familias que lo perdieron todo, esta mujer de 38 años recordó los momentos de angustia que vivió junto a sus vecinos.

'Yo no podía creer lo que pasaba. Cuando vi mi casa destruida me dolió porque fueron muchos años de esfuerzo y trabajo, para poder tener a mis hijos recogidos bajo un techo. Tuvimos mucha angustia, la gente estaba desesperada y no sabían qué hacer', expresó Yarelis mientras brotaban lágrimas de sus ojos.

Día a día en el albergue

A raíz de lo sucedido, Yarelis y su esposo decidieron enviar a sus hijos de 9 y 6 años a donde sus abuelos paternos en Barranquilla. Es por esto que el día a día en el albergue es un poco más llevadero, pues por ser adultos es más fácil acoplarse a las circunstancias.

Duermen en dos colchonetas que les fueron donadas por los mismos habitantes de Piojó, quienes con el corazón lleno de solidaridad también se encargan de suministrarles los alimentos preparados no solo a ellos, sino a cinco familias más que están asentadas en esta institución educativa.

Para poder bañarse deben almacenar el agua en tanques. Esta también es donada por la misma comunidad. Por lo pronto están a la espera de soluciones definitivas y lo único que piden a las autoridades es tener un lugar seguro a donde ir.

'Les agradecemos mucho a todos los piojoneros por su ayuda, ha sido muy bonito saber que no nos han dejado solos y que Dios los ha enviado como ángeles para poder ayudarnos. Queremos que las autoridades nos ayuden, que puedan ayudarnos a tener una vivienda porque lo perdimos todo, no tenemos a dónde ir', manifestó Yarelis.

El miedo no se va

Aunque está a salvo en el albergue, *Luzmila (como hemos decidido llamarla por seguridad), aseguró a esta casa editorial estar convertida en un 'manojo' de nervios. Ha sido considerada el ‘ángel’ del barrio Camino Grande, dado que en medio de la emergencia sacó fuerzas de donde no tenía para ayudar a evacuar a seis familias vecinas que habían quedado atrapadas con los escombros e incluso bóvedas del cementerio.

Salió con una olla y una cuchara alertando a sus vecinos que debían salir del interior de las viviendas, mientras el movimiento en masa derrumbaba todo a su paso y ocasionaba que las bóvedas del cementerio se deslizaran incluso hasta llegar a pocos metros de las terrazas.

'Después de que han pasado los días es que he asimilado lo que sucedió, no he podido dormir bien porque se vienen esas imágenes del desastre a mi mente. Ha sido muy difícil recuperarnos de esto', relató la mujer, quien antes de este suceso se ganaba la vida criando y vendiendo pollos y gallinas, y hoy lo perdió todo, pues los galpones y su vivienda también quedaron destruidos.

El drama continúa

{"titulo":"Gobierno comprará predios para reubicar damnificados de Piojó","enlace":"https://www.elheraldo.co/atlantico/ayudas-humanitarias-para-damnificados-por-ola-invernal-en-atlantico-954123"}

Mientras reposaba en el tronco de un árbol, la mirada de Mayuris Jiménez Vásquez se perdía en los escombros de la que antes era su vivienda. En la única pared que quedó en pie, está marcado un particular mensaje: 'Hasta aquí muchos recuerdos, con mucho trabajo y esfuerzos'.

Al ser abordada por el equipo periodístico de EL HERALDO, esta mujer de 61 años lo único que hace es suspirar profundo. Relató que los últimos 38 años de su vida quedaron en esa vivienda, la cual fue construida con el esfuerzo y sacrificio de ella y su esposo. Juntos hicieron hasta los ladrillos, pues él era maestro de obra y ella su ayudante.

'Es muy difícil ver cómo de un día para otro lo perdimos todo. No sabíamos qué hacer ni pudimos rescatar nada, todas las casas de mis vecinos quedaron totalmente destruidas, así como la mía', aseveró la mujer mientras algunos familiares que le dieron posada también le ayudan a quitar las ventanas y puertas que quedaron relativamente bien o útiles.

Reveló además que esta emergencia se había anunciado pues algunas viviendas empezaron a presentar grietas con meses de anterioridad, e incluso el baño de su vivienda tuvo que ser reconstruido tres veces en un año porque el terreno se socavaba y por ende este colapsaba, incluso en época de verano.

Entrega de ayudas

De acuerdo con la alcaldesa del municipio de Piojó, Omaira González Villanueva, hasta la fecha existen 176 familias damnificadas con esta emergencia, las cuales han sido reubicadas en casas de arriendo, viviendas familiares o en albergues habilitados como puntos de atención.

'Actualmente tenemos a 40 familias en los puntos de atención, 130 se encuentran ubicados donde familiares, amigos o vecinos que les han dado posada, y 6 están en las casas de arriendo del municipio', reveló Omaira Villanueva González, alcaldesa de Piojó.

La funcionaria también añadió que han recibido ayudas del Gobierno departamental y de empresas privadas, las cuales han mostrado su solidaridad e interés por el bienestar de los piojoneros.

'El departamento ha asumido el costo de los arriendos de 144 de las 176 familias que resultaron damnificadas con este suceso, además se han entregado aportes alimentarios a estas personas a través de mercados completos', puntualizó.