El Heraldo
Parte de los cuerpos cenagosos del Atlántico presentan alta proliferación de esta planta acuática conocida como tarulla o buchón de agua. Luis Rodríguez Lezama y Cortesía.
Atlántico

Crean material para elementos de construcción a base de tarulla

Investigadores de la Universidad del Atlántico y La Guajira obtuvieron la patente de este producto hecho con la planta invasora. Se resuelven otros problemas ambientales.

Cuatro docentes investigadores de la Universidad del Atlántico y La Guajira, motivados por buscar una solución a la alta proliferación de la tarulla en los cuerpos cenagosos del departamento, lograron la invención de un material a base de esta planta invasora y con la que se pueden crear elementos para la construcción de edificaciones.

Rafael Borja Acuña, biólogo y uno de los autores del proyecto, precisó que esta especie vegetal, conocida científicamente como Eichhornia crassipes, se convirtió en una problemática de impacto en los ecosistemas acuáticos generando contaminación y muerte de algunos microrganismos cercanos a ella que habitan en el agua. 

Es por ello que decidieron, luego de varias averiguaciones y procesos de experimentación, extraer de esta planta la fibra de sus raíces, tallo y hojas que es potencial para crear productos tales como bloques, pisos, paredes, techos o columnas de una casa. 

Se necesitó de un lavado in situ de la tarulla, un secado a la sombra, macerarla y pasarla por un proceso químico para aislar el componente. 

“Utilizamos las plantas en su etapa juvenil y con cada una de sus estructuras por separado (hojas, tallos y raíces) encontramos la fibra con la característica física de dureza que necesitábamos”, contó el investigador. 

En el caso particular de la hoja de esta especie lograron descubrir que su fibra es funcional para fabricar una tela capaz de absorber o controlar los derramamientos de aceite. 

“Comenzamos a hacer unos experimentos sobre cuál podría ser la capacidad de resistencia de esa tela y en condiciones de laboratorio encontramos que por esa característica que tiene la planta de ser hidrófoba atraía bastante el aceite. En estos momentos estamos tratando de establecer cómo se podría utilizar este producto en los derramamientos de petróleo”.

Biólogo Rafael Borja analiza en el microscopio una muestra de la planta. Cortesía.
Creación del bloque

El producto final con el que lograron la patente, otorgada por la Superintendencia de Industria y Comercio, mediante resolución número 41347 del 29 de junio de 2022, fue la creación de un bloque hecho con tarulla. 

De acuerdo con el investigador José Martínez Gil, biólogo y autor del proyecto, esta solución fue también motivada por el impacto de las inundaciones en las poblaciones cercanas a las corrientes de agua de los territorios. El descubrimiento del material promete mejorar las condiciones de vida de las comunidades que habitan en estas zonas a través de la construcción de viviendas. 

“Elaboramos materiales tipo bloque y cilindro, con eso medimos las propiedades mecánicas de resistencia y obtuvimos valores increíbles. Dado lo de la problemática de las inundaciones si se construyen casas con este material en esas zonas las personas no se verían abocadas a perder sus enseres”. 

Explicó que el material tiene propiedades totalmente novedosas, entre ellas que es “súper liviano pero fuerte y resistente. Además que no se incinera”.

Hasta ahora fue realizado un prototipo del bloque a base de esta planta acuática, pero se busca —según los investigadores— una fabricación a gran escala de este material. 

“No podemos dejar este proyecto en un simple documento y en un prototipo, esto tiene que escalar y llevarse a los pueblos en donde se requieran este tipo de casas y así evitar daños por inundaciones y otros eventos. Es cuestión de voluntad de todos los sectores para llevarlo a cabo”, precisó Martínez Gil. 

El invento fue liderado por los investigadores José Manuel Martínez Gil, Dino Carmelo Manco Jaraba, Rafael Antonio Borja Acuña y Luis Ernesto Sandoval Díaz. Contó con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Atlántico, a través del programa de Extensión.

Para Leonardo Niebles Núñez, vicerrector de investigaciones de la Universidad del Atlántico, la patente se convierte en un reconocimiento a la capacidad de invención que tienen los investigadores de esta alma mater. 

“Es una muestra del trabajo constante que realizan los investigadores y la Vicerrectoría para fortalecer el sistema de investigación de la universidad y demuestra cómo esta institución, a través del desarrollo tecnológico, realiza sus aportes al crecimiento económico de la región”

El directivo indicó que estas invenciones lo que pretenden es que entren en servicio al tejido empresarial en beneficio de la comunidad.

Economía circular

Para Ayari Rojano, bióloga de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), esta invención “permite incorporar el concepto de economía circular para darle solución a una problemática, con acciones basadas en la misma naturaleza”.

Manifestó además que existe una proyección de la tarulla desde el punto de vista de mercados verdes, por lo que indicó que se promueve un proceso de entrenamiento para la puesta en marcha de emprendimientos a partir de su utilización.  

Sin embargo, aclaró que no es posible eliminarla definitivamente sino realizar un mantenimiento y controlar su proliferación, teniendo en cuenta —según dijo– la importancia que representa para el cuerpo de agua al actuar como filtradora y sala cuna de muchas especies de peces.

“Es una oportunidad de aprovechamiento de la tarulla como fuente de ingresos económicos, al identificar cinco usos que son el papel, el jabón orgánico, los suplementos alimenticios, las briquetas y las artesanías, incluso otros usos, lo que se convierte en potenciales para que ellos puedan tener algunos incentivos económicos de esta planta”.

La tarulla presente en la orilla del Gran Malecón. Luis Rodríguez
Otras soluciones

Para los investigadores, la extracción o remoción de esta especie vegetal de los cuerpos de agua solucionaría en gran medida problemáticas a nivel social, ambiental y económico, derivadas de la alta proliferación de la misma. 

Manifestaron que la tarulla puede afectar negativamente algunas especies que se encuentran en su entorno más cercano como peces, plantas e invertebrados. 

“La planta expulsa una sustancia alelopática que se consideran tóxica para algunos de los organismos que viven en el agua”.

De igual manera, su masificación restringe el acceso a los cuerpos de agua entorpeciendo las labores de pesca que realizan muchos de los habitantes de la comunidad cercana a los ecosistemas acuáticos y que es la única fuente de subsistencia. 

Por otra parte, esta planta invasora reduce la infiltración de la luz ocasionando alta sedimentación. “Forma como especie de un colchón que impide la penetración de los rayos solares hasta el fondo de la ciénaga lo que provoca sedimentación”.

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