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El pasado viernes, en el Hospital Juan Domínguez Romero, de Soledad, perteneciente a la red de la ESE Universitaria del Atlántico, se tuvo que tomar una de las más dolorosas y complejas decisiones: cerrar el servicio de unidad de cuidados intensivos para adultos, un golpe gravísimo para esta red de atención pública que atiende a cientos de miles de usuarios de ese municipio.

La decisión es consecuencia de una insostenible situación que es estructural y que se ha venido agudizando con el paso de los meses, a tal punto que el anterior gerente de la ESE UNA, Pablo De la Cruz, presentó su renuncia al cargo en el pasado mes de abril dejando como encargada actual a Rosmery Wehdeking, quien generó expectativa entre los trabajadores. A la fecha, no se ha podido revertir la situación.

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El panorama es el siguiente de una manera muy concreta: los trabajadores de la entidad compuesta por cinco sedes (Alta Complejidad, sede mental y Hospital Niño Jesús en Barranquilla, Juan Domínguez en Soledad y la sede de Sabanalarga) y vinculados por órdenes de prestación de servicios (OPS) tienen entre cuatro y cinco meses sin percibir su salario, debido a que la empresa social no genera el suficiente dinero para pagar los contratos con sus aliados y sus empleados.

Por ello, ya muchos han comenzado a renunciar a sus puestos de trabajo, lo que deriva en una falta de personal para atender servicios, haciendo que cada vez más sea limitada la capacidad de atención y esto, a su vez, se revierte en que se dé menos oferta, por lo tanto se generan menos ingresos y al tiempo la crisis para el pago a los trabajadores se amplía. Un círculo vicioso.

Problemas en la facturación

Según datos obtenidos por EL HERALDO, a la fecha hay más de 14 mil millones de pesos (exactamente $14.242.268.316) que a la fecha figuran como ingresos sin facturar, por diferentes factores. Es decir, dinero que la empresa ya produjo por concepto de servicios prestados, pero que todavía no han ingresado a las arcas por la falta de cobro o diferentes problemas a la hora de emitir las cuentas a las EPS.

Pese a que suena a una cifra importante. Según los trabajadores de la entidad lo cierto es que la facturación en cada sede debería ser mucho más elevada. Por ejemplo, aunque la facturación en junio de la sede de Alta Complejidad fue de 6 mil millones de pesos ($6.106.771.886), lo que debería facturar por concepto de los servicios ofertados tendría que ser mucho mayor. Eso complica la situación.

En el caso de Soledad, en junio se facturaron mil millones de pesos ($1.195.536.243), una cifra realmente baja y que no da para mantener al centro hospitalario operacional. De ahí se desprende la necesidad de cerrar servicios para mantener funcional la sede.

Henry González, directivo del sindicato de trabajadores, quien labora en la entidad desde el año 2001, expresó la preocupación por la actualidad del Juan Domínguez Romero.

“La situación está tan delicada que por el no pago de todo ese personal, me refiero a los de OPS, hemos tenido la renuncia de ellos. Personal que venía con nosotros desde hace muchos años. Pero ya debido a la situación del no pago les ha tocado irse de la institución. En el caso de las que más les ha dolido son las enfermeras jefes. Y bueno, ya por sus familias tienen que hacerlo. De todas maneras, esto es una alerta para ver qué hacen las autoridades con respecto a la situación de la ESE UNA, que cada vez se ve más precaria. Se cerró últimamente la uci, que era la que más estaba generando en el caso de facturación”.

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Un dolor sin anestesia

Sin embargo, el problema no solo está tocando situaciones como los auxiliares, enfermeras o médicos generales. Piezas fundamentales como los anestesiólogos han dejado de atender procedimientos menores para solo enfocarse en urgencias vitales porque les adeudan entre tres y cinco meses, lo cual no solo afecta el sistema, sino que al practicar menos procedimientos menos se factura.

Así lo detalla Jesús Gómez, también del mismo sindicato de trabajadores, y quien labora en el hospital de Sabanalarga, el cual se quedó sin servicio de urgencias.

“Acá la situación no es ajena, pues la problemática que hay es que servicios como tal no se han cerrado, pero sí los médicos generales suspendieron, digamos así, sus actividades en el servicio de urgencias. Solamente se atendieron a urgencias vitales. En cuanto al tema de los pagos, acá hay contratistas a los que les adeudan cuatro, cinco o siete meses, también estamos sufriendo con el tema de las actividades desde hace más o menos dos meses los anestesiólogos, que solo atienden también los casos de cirugía ya extremas. Ha ocurrido con especialistas y también ha ocurrido con médicos generales, que han renunciado”.

La situación de la falta de pagos está bien generalizada. Rubén Donado, quien hace parte del sindicato y trabaja en otra de las sedes, la del Hospital Niño Jesús en Barranquilla, indicó que por el momento en esa sede no se han desmontado camas, pero que la situación de los trabajadores es extrema.

“Bueno, es que la situación es generalizada. Lo que sucede aquí también sucede en Sabanalarga y en Soledad. La gente se está yendo por los pagos atrasados. Tuvimos unas semanas de inconvenientes por medicamentos. Hasta el momento no hemos suprimido, no hemos cerrado camas. Que a veces de pronto hay una pequeña inestabilidad por los mismos especialistas, una manera de presionar su pago. Ya sean anestesiólogos o cirujanos pediatras, que ese es el duro de nosotros, el fuerte, pero por el resto de las cosas no hemos suspendido hasta el momento, independiente de esta mala racha que estamos viviendo, pues no tenemos menos camas hasta el momento. Uno agradece que está nombrado y que estamos al día, pero tú al ver a los compañeros, madres cabezas de hogar, que cumplen con su deber, vienen, cumplen con su horario, cumplen con sus funciones, asisten a sus turnos. Entonces, uno siente dolor ajeno, digámoslo así, al ver compañeros que a veces no tienen ni para los pasajes, que a veces si uno tiene por acá uno se mete la manito al dril y le pasa, le da para el almuerzo y cosas así, o sea, el ambiente obviamente es pesado porque la carga de contratistas es mayor que la de la gente de planta”.

Se juntaron los males

Durante la jornada de ayer EL HERALDO asistió para ver de primera mano cómo las puertas de la uci del Juan Domínguez permanecían cerradas, literalmente, con la llave puesta. En el ala de hospitalización de ginecología de 20 camas disponibles solo había 10 ocupadas, y en el ala de hospitalización para adultos se baraja la opción de pasar de 30 a 20 camas.

Al tiempo, trabajadores y exempleados de la ESE UNA salieron a protestar en las calles adyacentes a las sedes de Alta Complejidad y de la Mental, a reclamar el pago de sus salarios.

Mientras todo eso sucedía, el gobernador Eduardo Verano sostenía una reunión con la gerente Rosmery Wehdeking, en la que analizaban la situación crítica de la empresa social.

Al final de la reunión, Verano analizó la situación y se planteó varios cuestionamientos: “Los ingresos, los egresos y las utilidades están siendo las que nosotros mismos estamos esperando o todavía tenemos que hacer unos esfuerzos superiores para reconstruir internamente el sistema de salud de tal manera que lo podamos fortalecer. Estas son como las tareas. Necesitamos plantear el modelo que no puede estar rígido, el modelo no puede quedarse en que ya tomamos una decisión hace tres años, en el 2022 y que eso no lo podemos tocar. No, al revés, tenemos que estar revisando esa decisión y modificarla, mejorarla, fortalecerla y eso es lo que estamos mirando, modificar el modelo”.

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Cambio en el modelo

En ese sentido, el mandatario fue enfático y apuntó a un cambio de modelo: “Se hace inminente una nueva estructura operativa individual de todos nuestros hospitales departamentales que garanticen la prestación de servicios y su continuidad en el tiempo. Y para eso tenemos que mejorar los ingresos, los cobros y todo. En este momento no estamos en el punto de equilibrio, la lucha ahora mismo será por llegar al punto de equilibrio, de tal manera que tengamos recursos suficientes para poder operar todo el sistema”.

Mientras se llega a soluciones de fondo lo cierto es que existe una urgencia inmediata para tratar de reabrir los servicios cerrados.

“Vamos a ver, lo que sea necesario de hacer lo haremos, pero en este momento todo podría abrir nuevamente si es necesario, porque la gente lo requiere y lo necesita. Toda la inversión que se hizo para tener el hospital nuevo en Soledad, incluso yo estoy pensando muy seriamente en que no debemos abandonar de ninguna manera el Juan Domínguez Romero al que yo le llamo ‘el uno’, que es el que queda en el casco viejo de Soledad, porque eso es una tremenda infraestructura y que seguramente podrá prestar un excelente servicio a toda la gente del casco viejo y lo que tenemos nuevo, que es en Murillo, evidentemente puede ser para todas las villas y para toda esa nueva Soledad que ya tiene casi un millón de habitantes”, cerró.

Para tratar de evitar un futuro coma profundo en la salud pública del departamento, se propuso una medicina: buscar más ingresos y mejorar los cobros. La lucha sostenida ahora será esa, a ver si el enfermo mejora.