Larissa Riquelme es todo un personaje en Paraguay. Después del Mundial de Sudáfrica quedó en la mente no solo de sus compatriotas, sino del mundo que la identifica por la famosa fotografía del celular incrustado entre sus senos.
Aunque antes de 2010 era una ilustre desconocida, su carrera de modelo y actriz de teatro daba pasos pequeños en este diminuto país de solo seis millones de habitantes. Nadie la conocía más allá de las fronteras paraguayas. Pero una fotografía marcó su vida, y de la humilde modelito se pasó a una mujer de avanzada que se desnuda para las más importantes revistas y es gancho en los desfiles de Montevideo, Buenos Aires y las principales ciudades de Brasil, donde la gente la quiere y la exige.
En abril estará en Cartagena, por lo que ya se está preparando para conocer una ciudad que tiene idealizada en su mente.
¿Quién era Larissa Riquelme antes del mundial 2010?
Una modelo común y corriente de Paraguay que hacía lo posible por sobresalir. Hice teatro, participé en varios show de modelaje y asuntos publicitarios, pero nada como ahora.
¿Eso quiere decir que esa foto del celular entre los senos te cambió la vida?
Es verdad, ese pequeño detalle fue para mí algo increíble porque mi vida cambió del cielo a la tierra. Ahora las cosas son diferentes porque la gente me reconoce y quiere que yo esté con ellos.
¿Cómo sientes la fama?
El otro día iba con mi mamá para Lima y desde el avión veíamos mucha gente con pancartas y banderas. Le dije a mamá que alguien importante debía venir en el vuelo, pues imagínate que cuando nos bajamos esa manifestación era por mi llegada al Perú. Ni en mis mejores sueños pensé que algo así podía sucederme.
¿Cómo anda el corazoncito?
Anda muy bien. Estoy enamorada de un jugador de fútbol que por cierto jugó en Colombia en el Once Caldas. Se llama Jonathan Fabbro. Estamos pasando juntos los mejores momentos de nuestras vidas, ahora esta entrevista la estamos haciendo en nuestro nido de amor.
¿Suenan campanas de boda?
No, por ahora no pensamos en eso. Los dos tenemos muchas ocupaciones de tal manera que estamos concentrados cada uno en nuestras actividades profesionales.
Tu novio juega en Cerro Porteño, ¿a ti te gusta Olimpia?
Por favor no me insultes, soy cerrista a morir, desde niña me gustó Cerro Porteño porque es el equipo del pueblo, es el equipo que mejor representa a Paraguay.
¿Es cierto que el otro día tuviste una confrontación con un hincha de Cerro que te reclamó el bajo rendimiento de tu novio?
Es verdad, es que yo no me dejo fregar de nadie. El tipo ese me dijo que yo era la culpable de que Cerro Porteño no ganaba, pues lo enfrenté y le di sus cachetadas para que respetara.
¿O sea que tú eres como grosera?
No, para nada. Solo que me hago respetar. Desde el colegio me pasaba eso, pues yo era de las más pequeñas de la clase y las grandes siempre querían aprovecharse de mí, eso no lo permití nunca.
¿Qué te parece el drama de Salvador Cabañas?
Muy triste, ese era nuestro mejor jugador de cara al Mundial 2010. En Paraguay estamos con él en su proceso de recuperación. El otro día que estuve en México me dieron una bandera firmada por mucha gente, yo se la traje y se la entregué personalmente. Lo que está pasando con El Chavo (Cabañas) es un milagro. ¡Estar en una cancha después de tener un disparo en la cabeza! Dios hace sus milagros.
¿Qué hay en el futuro de Larissa?
Por supuesto seguir viajando. Mira, voy para Cartagena en abril y espero que me atiendas para que me muestres las cosas lindas que me hablan de esa ciudad. Me cuentan que tengo que recorrer la ciudad amurallada, ver la ropa de Silvia Tcherrassi y visitar las Islas del Rosario. Allá nos vemos.
Antes de despedir, ¿esos tatuajes a qué se deben?
Muchos guardan recuerdos de familiaridad. Este que tengo aquí en la mano se lo dedico a Cerro Porteño mi equipo del alma. Tengo otro que guarda relación con mi hermano, y otro con mi mamá. El que está en la nalga lo pueden ver en las fotos que están en las revistas.
Por Jorge Cura
Especial para EL HERALDO
desde Asunción