El Heraldo
Ernesto Benavides
Sucre

Pescadores del Golfo de Morrosquillo estrenan centro de acopio

Corpagolfo está conformada por  asociaciones de pescadores de San Onofre, Tolú y Coveñas, en Sucre; y San Antero, en Córdoba.  

En la línea que une al cielo con el mar se libra una faena entre lo artesanal y la industria que data de hace mucho tiempo. Es tan antigua como el mar, el escenario donde dicha disputa tiene su accionar principal.

Los pescadores del Golfo de Morrosquillo, desde siempre, además de buscar el sustento diario para alimentar a su familia han librado la defensa por el territorio, ese donde capturan los peces a la par de la actividad petrolera en el puerto marítimo y la pesca de arrastre hecha en barcos. Considerada desleal para ellos.

Mientras tiraban las atarrayas y esperaban pacientes en la canoa sobre el apacible, y a veces bravo mar de la madrugada, pensaban que algo tenían que hacer para mejorar la producción, pero más que eso, optimizar la comercialización para garantizar que la vida de la pesca perdure.

Es así como doce asociaciones de pescadores con asiento en los municipios de San Onofre, Tolú y Coveñas, en Sucre; y San Antero, en Córdoba, los cuales conforman al Golfo de Morrosquillo, se unieron y conformaron lo que recibe el nombre de Corpagolfo. Pero la fusión no quedó en una denominación, debía trascender y moverse a la par de las olas. Por eso el proyecto insigne de la agremiación de segundo nivel es la creación del centro de acopio de pesca artesanal, cuya inauguración fue la semana pasada.

Ernesto Benavides

Con la producción procesada en dicho centro de acopio pueden satisfacer la demanda del mercado bajo la marca Morrosquín, la cual tiene un sentido social, tal como lo señalan sus hacedores.

Julián Alberto Medina es uno de ellos. Sus eternas amanecidas en lo que él considera su oficina, el mar, lo hizo darse cuenta de la desigualdad económica y alimentaria de los que a diario, atarraya en mano, dejan la energía, la piel y hasta la vida en el infinito océano.

“Si miramos todos los desastres que se han dado en nuestro entorno, veíamos con mucha preocupación de que no podíamos avanzar, pero nos dimos cuenta que si nosotros acabábamos la intermediación del pescador con el cliente final podíamos tener mejores ganancias y así brindar una mejor oportunidad a cada pescador”, reseñó.

Eso fue solo el principio, en esa etapa tuvieron la idea. Pero cuando se la propusieron a Ecopetrol y Anadarko, principales financiadores, se comenzó a materializar.

“Hoy podemos estar pensando pagarle mucho más a un pescador por un kilo de pescado a lo que normalmente se le estaba pagando. Y sabemos también que ese recurso va a llegar directamente a ellos y no va a quedar en un intermediario que era donde se estaba perdiendo todo ese dinero que puede dar la pesca artesanal”, indicó.

Agregó que ya tienen garantizados tres socios, más los restaurantes, hoteles y sociedad civil del Golfo de Morrosquillo. La Autoridad Nacional de Pesca conoció el proyecto y fue la que lo llevó a las empresas.

“Esto es creación de nosotros y se creó con mucho esfuerzo. Corpagolfo es una agremiación de segundo nivel que nació por la necesidad que los pescadores teníamos de defender nuestro territorio. Cuando nació comenzó con doce asociaciones de base de Sucre y Córdoba pensando en la recuperación del sector de la pesca artesanal. Hoy día somos 25 asociaciones y hemos logrado consolidar un proceso muy importante tanto en gobernanza como en infraestructura”, dijo orgulloso Medina.

Lo anterior se resume en que tienen la forma de visionar al sector mucho más fuerte. Eso tiene contento al pescador Javier Fernández Rosales, oriundo y residente en San Antero.

Su piel está curtida por el paso de los años y las huellas que deja el inclemente sol de la Costa. No tienen recuerdos de cuántas horas y días con sus noches ha pasado pescando, pero su memoria le dice que son más de diez años. Tiempo suficiente para hablar con empoderamiento sobre lo que hace y los beneficios que traerá un centro de acopio novedoso en la región.

Julián Medina muestra una de las neveras para el almacenamiento.

“Esta alternativa la veo como una microempresa que busca el bienestar futuro de nuestras familias. Antes de esto uno iba a la faena y lo que lograba capturar los vendedores lo revendían. Esa era la mecánica. Ahora tenemos una garantía de que lo se agarre viene a parar al centro de acopio”, expresó esperanzado.

En una jornada buena logra agarrar hasta 20 libras de diferentes especies de pescado. Ya han sufrido mucho por el mal tiempo cuando el viento arrecia o cuando son sacados de la zona portuaria, donde dicen que hay más peces. También cuando observan que los barcos rastreros se les llevan toda la economía escondida bajo el mar.

Ahora las cosas tendrán otro color en el centro de acopio que tiene una capacidad para procesar diez toneladas de peces. La idea es duplicar eso con la instalación de otro cuarto frío. La inversión fue de unos mil 600 millones de pesos en la construcción, más el mismo valor en la dotación.

Yandris Rosario Castillo pone el toque femenino en este engranaje de la pesca artesanal. Se encarga de aportar las manos para el arreglo de los peces cuando hay suba y, además, de coordinar actividades y reuniones en pro del bienestar de los pescadores.

“En muchos años hemos buscado esto para que los pescadores se unieran en una sola agremiación. Gracias a esto la economía será más fija y segura que en tiempos anteriores. Eso nos tienen confiados”, indicó.

A la par de ellos está Manuel Monterroza, un pescador de tiempo completo que lleva 25 años en la actividad. Antes solo hablaba de problemas, que no se han solucionado del todo, pero ahora observa que el oficio con el que le ha dado un buen porvenir a su familia se está dignificando. Razón por la cual sus remos seguirán encaminados al trabajo en equipo, una lucha donde todos se mojen y ganen.

Tiene su radio de acción en Coveñas y desde el mar de ese municipio sentenció mientras su mirada se fijaba en una canoa: “Estamos viendo oportunidades que no teníamos. Eso es un adelanto”. Y la lucha debe ser sin fin, así como la misma masa de agua, infinita.

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