Los habitantes del corregimiento de Chochó, el más grande de Sincelejo, en la capital sucreña, extrañan desde el 25 de julio a un mototaxista amigo, al bailador de comparsas y jugador de fútbol, y a un amante de las motos que encontró en la práctica del Stunt (acrobacias en moto) su mejor forma de vivir y deleitar a sus amigos.
Así describe el pueblo, sus familiares y amigos a Carlos Alberto Ibáñez Mercado, de 26 años; a Jesús David Díaz Monterroza, de 18, y a José Carlos Arévalo Contreras, de 20, los tres muchachos que fueron reportados sin vida en una clínica en Sincelejo minutos después de que los vieran tirados en una vía de paso nacional en un retén policial.
Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en la que los amigos recibieron diversos balazos en varias partes del cuerpo, entre ellos la frente y el pecho, son desconocidas, pero una fotografía que los muestra tirados, con vida, en el retén policial, y el testimonio de una de las hermanas de Jesús David, que estaba en ese sitio, los llevan a decir que 'ellos no murieron, a ellos los asesinaron', y de esta acción responsabilizan a la Policía Nacional.
Han sido dos semanas de dolor para unas familias y un pueblo que a su vez reprocha las sindicaciones de asesinos en contra de estos, mientras que para la institución han sido días de reparos, rechazos y cuestionamientos, pero a su vez de tensión por las amenazas del Clan del Golfo en su contra y de dolor por la pérdida de sus compañeros.
Y es que precisamente la muerte de los tres muchachos que habitaban el sector de la plaza principal de Chochó y la Urbanización Villa Karen se produjo casi tres horas después de que en el municipio de Sampués fuera asesinado de un balazo en la cabeza el patrullero Diego Ruiz Rincón, un muchacho de 25 años que tenía solo 45 días de estar en servicio. Era de la ciudad de Bogotá, se había graduado en la Escuela de Carabineros Rafael Núñez y en Sucre era su primer trabajo, pero en comisión.