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En Chinulito ni los santos se salvaron de la violencia que se ensañó contra el pueblo al que los paramilitares ordenaron desalojar bajo la amenaza de asesinar a quien se quedara.

‘La ruta de la muerte’, como se le conoció a aquella barbarie del 13 septiembre de 2000, donde murieron 11 de los habitantes, provocó un desplazamiento masivo y dejó un pueblo fantasma.

San Rafael Arcángel, patrono de Chinulito, también sufrió el rigor de la violencia. Le cortaron un brazo izquierdo en el que sostenía un cayado. Fue el símbolo de que en Chinulito nadie escapó al dolor.

La capilla que en honor al arcángel estuvo cubierta por la maleza durante 19 años convocó de nuevo a sus pobladores sin distingo de credo el 12 de septiembre cuando se efectuó la misa de reapertura de la capilla restaurada por la Unidad de Víctimas, con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

Cristian Salas, inspector de Policía de Chinulito, que pertenece al municipio de Colosó, explicó que se trata de una de las medidas de reparación solicitadas por líderes del Comité de Impulso de Reparación de Chinulito.