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Pichilín, Sucre. Una lluvia acompañó ayer la conmemoración en el corregimiento Pichilín de su fecha más triste e inolvidable: el 4 de diciembre de 1996.

Lo que en otros pueblos es el inicio del mes más festivo del año, aquí es sinónimo de llanto y dolor por la masacre de 12 de sus residentes a manos de paramilitares, la primera en la historia de conflicto armado en Sucre.

La ceremonia comenzó a las diez de la mañana después de que Luis Salgado Tovar llamó por un megáfono a sus coterráneos para que caminaran como tributo a las víctimas desde la entrada a Pichilín, por la misma por donde una cuadrilla de las autodefensas irrumpió aquel miércoles a las 3 de la tarde.

Antes de llegar al punto de partida, Luis lamentó que no fueran muchos los que se animaran a marchar. 'Es una forma de protestar porque, en 18 años, en Pichilín no hay una obra ni progreso. Es un rechazo al olvido y el abandono de la Presidencia, la Gobernación de Sucre y la Alcaldía de Morroa', explicó.

Los que acudieron a la movilización –más de 60 pobladores– escuchaban atentos a Luis, quien les pidió pronunciar en voz alta '¡presente, siempre presente!' después de que él mencionó el nombre de cada una de las 12 víctimas: Luis Eduardo Salgado, Ever Tovar, Federmán Rivera, Jorge Torres, Emiro Tovar, José Daniel Rivera, Ramiro Salgado, Daniel Rivera, Germán Ramos, Denis Ruiz, Ovidio Castilla y Manuel Pérez.

El recorrido pasó frente a lo que queda de casas casi ocultas por la maleza y abandonadas por desplazados por la tragedia. Luego atravesó la cancha y finalizó en la escuela de primaria, que fue adornada con flores, carteleras con mensajes de recuerdo y un pendón con las fotografías de algunos de los asesinados.

Allí los esperó el sacerdote Marco Rivera, que los invitó a pedir para que no vuelvan a repetirse hechos violentos como el de Pichilín y porque los diálogos de paz en La Habana acaben de una sola vez con el conflicto armado.

Al terminar la ceremonia, Luis, quien perdió en la masacre a sus tíos Luis y Emiro, así como a su primo Eberto –hijo de este último–, instaló la conmemoración.

'Hoy nos llenamos de dolor y recuerdo, pero tenemos la velita de la esperanza para continuar luchando incansablemente por los hermanos que fallecieron', dijo en la bienvenida.

El profesor Antonio Panizza leyó un mensaje al Ministerio de Defensa, a la Policía y la Armada Nacional, en el que rechazaron las disculpas públicas, como se los ordenó a mediados de año el Consejo de Estado, por su responsabilidad en la masacre.

'Aceptamos que este acto público se realice previa dos condiciones: 1) Se haya dado la reparación administrativa de todos los miembros de nuestra comunidad. 2) Se haya dado la reparación colectiva en el corregimiento de Pichilín', dijo.

El alto tribunal también condenó a la Nación a pagar $3.000 millones y advirtió de que tanto la Policía como la Armada 'sabían que la masacre iba ocurrir'.