
El tesoro arqueológico que guarda el suelo del Atlántico
Se hallaron en Juan Mina, Galapa y Puerto Colombia durante la construcción de la Circunvalar de la Prosperidad. Evidencian el protagonismo de la mujer en varias épocas.
La arqueología a través del análisis de materiales ocultos en algunas superficies, hace magia y obtiene datos que conllevan a descubrir el modo de vida de nuestros antepasados.
Es por ello que las 250.433 piezas arqueológicas halladas en los trabajos de excavación realizados en 2015 para la construcción de la Circunvalar de la Prosperidad, en el departamento del Atlántico, representan un verdadero tesoro debido al valor cultural e histórico que poseen.
Previo a la pavimentación de la vía fueron detectados algunos instrumentos musicales, vasijas, herramientas elaboradas en rocas, fragmentos cerámicos, collares, restos óseos humanos y de animales, entre otros, que permiten conocer mejor la forma de vivir de la población indígena asentada en el Atlántico.
Los sitios del revelador hallazgos se encuentran ubicados en los tramos donde se construyó la Circunvalar de la Prosperidad, que conecta los municipios de Malambo, Galapa, Barranquilla y Puerto Colombia.
Se trata de tres yacimientos arqueológicos: el primero ubicado en el sector de Loma China, en Puerto Colombia; el segundo en la zona denominada Las Margaritas, en Galapa, y el último en el corregimiento de Juan Mina, jurisdicción de Barranquilla.
“Sin duda alguna estos hallazgos ofrecen un enfoque retrospectivo de estos pueblos, en especial en sus ofrendas fúnebres, alfarería y materiales utilitarios del periodo formativo temprano a la Colonia (ver infografía), dando una mirada de cómo se ocupó el territorio del Caribe colombiano. Este conocimiento permite enriquecer nuestra cultura y fortalecer la construcción de una sociedad más arraigada a su territorio y a sus costumbres”, manifiesta el ingeniero Mario Huertas Cotes, promotor de la Concesión Costera Cartagena-Barranquilla (ahora Ruta Costera), la cual respaldó la publicación del libro de 85 páginas titulado Ofrendas Fúnebres, Alfarería y Materiales Utilitarios del Periodo Formativo Temprano a la Colonia, un material de consulta para las generaciones actuales y futuras.
A su turno Alexánder Franco Enciso, coordinador del estudio arqueológico en el proyecto Cartagena-Barranquilla, en diálogo con EL HERALDO explicó que estos vestigios arqueológicos se caracterizan por mostrar “una secuencia de ocupación muy disimiles desde aproximadamente cinco mil años de antigüedad hasta épocas recientes, nos referimos a la época de la Colonia y la República, además nos muestra información genética relacionada con las caracterizaciones y patologías que estos individuos tuvieron y que ocasionaron sus muertes y dolencias”.

Si bien estos hallazgos se han dado en muchos lugares del país, la importancia de este en la concesión Ruta Costera es la información genética que posee, la antigüedad y que proporciona luces sobre la manera de vivir de estas sociedades.
Estos grupos que han sido denominamos como sociedades agroalfareras, en algún momento, después de muchos milenios, se fueron semi-sedentarizando y escogieron como sitios de habitación y de actividades económicas algunas de estas zonas de la costa Caribe, entre las que también se destacan en el departamento de Bolívar los municipios de San Jacinto, El Carmen de Bolívar y San Juan Nepomuceno, donde también se han realizado hallazgos representativos.
“En estas zonas del Caribe la población indígena desarrolla experimentaciones con las plantas, domestican animales y adquieren unos hábitos de consumos que seguramente cuando eran cazadores recolectores no los tenían y además comienzan a elaborar cerámica”, detalla Franco.
El arqueólogo también entregó detalles ligados a la dieta alimenticia de nuestros antepasados. “En las zonas excavadas en del departamento del Atlántico tenemos individuos con una temporalidad asignada de más de tres mil años, con variedades muy altas a nivel de consumo de dieta, sobre todo relacionada con pescados, mariscos y anfibios, también el uso de algunos tubérculos como el ñame y la yuca, costumbres que se mantienen en esta zona del país”.
Álvaro Martes Ortega arqueólogo que lideró el proceso de registro de estos elementos ante el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) y que funge como director del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico, refuerza esta idea.
“Dentro del material recopilado se pueden analizar los restos óseos de los animales que estas comunidades consumían, tenemos caparazones de tortugas, huesos de algunas aves y vertebras de pescados. Esto nos muestra toda esa herencia gastronómica de la comida del mar”.
Cabe anotar que este tipo de estudios se vienen realizando desde los años 40, específicamente en el municipio de Malambo y fueron liderados por el arqueólogo baranoero Carlos Angulo Valdés.
“La arqueología escudriña en un pasado remoto que no tiene un registro histórico. En el departamento del Atlántico se han venido haciendo investigaciones hace mucho tiempo, esto no es nuevo. Lo que ocurre es que la arqueología no se ha hecho pública, ni se ha hecho formación de público y quizás por eso las personas del común no comprenden el valor de hallazgos como estos. Es por eso que en el Museo de Antropología con la consolidación de esta colección queremos conectar a las nuevas generaciones con nuestros antepasados”.
Las piezas arqueológicas de la Circunvalar de la Prosperidad
Las 250.433 piezas arqueológicas halladas en los trabajos de excavación representan un verdadero tesoro debido a su valor cultural e histórico.









Martes Ortega, que es un gran conocedor de los terrenos atlanticenses es categórico en afirmar que sí existe la posibilidad de evidenciar más material de este tipo en inmediaciones a los sitios excavados. De hecho, indica que existen siete lugares más que están referenciados y cartografiados.
“Este año iniciaremos una excavación no de arqueología preventiva, sino investigativa en las que incluso trabajaremos con los estudiantes de la Universidad del Magdalena. Hay una zona muy próxima a la franja litoral y otros de los sitios a explorar que están próximos a las plantas de producción de grandes compañías”.
Franco también emite el mismo concepto. “Las probabilidades de encontrar otros hallazgos de este tipo en el Caribe colombiano son elevadas, no solo en el Atlántico, sino también en departamentos como Bolívar, donde históricamente se han intervenido algunos municipios con resultados exitosos”.
Más allá de realizar nuevas excavaciones, ambos advierten que el material recopilado contiene mucha información y que se debe evitar al máximo que las piezas sean destruidas, es por eso que han sido entregadas al Laboratorio de la Universidad del Atlántico.
“La Universidad hace un proceso de conservación, contamos con un laboratorio y el primer deposito arqueológico de la región Caribe. Las piezas se conservan en la temperatura ideal, tanto la cerámica como los restos óseos, porque somos conscientes que a medida que transcurran los años, este material cobrará un valor mucho más importante”.
Otras de las conclusiones a las que ha llegado el equipo investigador es que la mujer tenía mucho protagonismo, al punto que en las distintas piezas elaboradas sobresale la representación de la feminidad.
“Uno se asombra porque en este tipo de sociedades, inclusive a través de relatos hechos por etnógrafos, se evidencia que estas sociedades al parecer eran matriarcales, así que al estudiar el corredor Cartagena-Barranquilla, los estudios arqueológicos muestran una infinitud de estatuillas alusivas a la feminidad, difícilmente se van a encontrar representaciones masculinas”, explica Franco Enciso.
Sostiene que las elaboraciones de las cerámicas las hacían las mujeres, pues ellas tenían un conocimiento científico que les permitía detectar la zona de dónde extraían el barro, la forma de darle la textura ideal y también cómo realizar las figuras, creando así no solo vasijas para transportar alimentos, cocinar o vajillas, sino también elementos esenciales como las urnas funerarias.
A Martes también le llama la atención esas representaciones asociadas en su mayoría a la mujer. En total son unas 80 piezas que tienen representación de estados de fertilidad, recolección de mujeres y solo dos hombres.
“Estamos hablando de una relación de sentido de género, a la representación de la mujer dentro de los contextos arqueológicos le da un sentido especial ya que era la encargada de transmitir la parte lingüística”.
Otro de los aspectos relevantes que sacó a flote este trabajo de campo fue el hallazgo de instrumentos musicales, los cuales en pocas ocasiones habían aparecido en grandes cantidades en el departamento del Atlántico.
Según la investigación, se ha podido identificar que estos instrumentos musicales como flautas, sonajeros y ocarinas fueron elaborados en hueso, madera, barro y conchas.
En cuanto a herramientas se refieren, se destacan algunas como: la azada, el hacha, el yunque, la pesa, el afilador y los pulidores, entre otros.
“Hemos hallado algunas herramientas de cazadores recolectores llamadas azadas, que son unas piedras muy rudimentarias a las cuales se les ataba un cabo y servía para talar árboles o arar la tierra. Esas herramientas tienen entre 10 a 11 mil años de antigüedad”, detalló Franco.
También se enumeran figuras antropomorfas con rostro masculino y femenino, figuras zoomorfas que dan cuenta de la presencia milenaria de animales como hicoteas, babillas, caracoles, ranas, aves y monos.
Una serie de collares en cerámica, piedras, hueso y vasijas muy bien talladas demuestran también la capacidad de ingenio de nuestros antepasados.
Expertos del laboratorio de arqueología de la Universidad del Norte que desde el pasado diciembre exploraban algunos terrenos en en el marco de un proyecto de interconexión eléctrica entre Sabanalarga, Atlántico y Santa Rosa, Bolívar, detectaron cuatro sitios arqueológicos en el corregimiento de Arroyo de Piedra, Luruaco. En ellos encontraron fragmentos de cerámica, cadáveres de adultos y de niños, además de restos de fauna, moluscos y plantas.
“Hemos podido identificar un sitio arqueológico muy grande, algo más de nueve hectáreas, con evidencias de unidades de vivienda y etructuras funerarias. Se trata de un asentamiento prehispánico que por las piezas halladas inferimos se asentó allí hace 800 a mil años”, explicó Juan Guillermo Martín, coordinador del Laboratorio de Arqueología de la Universidad del Norte.
En abril culminará el análisis científico de las piezas que aún están inventariadas en su totalidad. “También fueron hallados huesos de caimanes, tortugas, venados zarigüeyas, caracoles de mar y río e iguanas como posible pista de la dieta indígena”.