“Lastimosamente vivimos en un país clasista, muy discriminador”: Adriana Lucía
‘Que no me falte la voz’ es el nombre de su nuevo álbum en el que les rinde homenaje a las víctimas del conflicto, su tierra y la gran Lucy González.
La voz es el instrumento con el que Adriana Lucía le canta al amor, a su tierra. Con ella, sin temor y temperamento, también apoya las causas que ella considera afines a sus principios y creencias.
Precisamente esa voz y su importancia individual y colectiva es lo que inspiró el más reciente trabajo discográfico de la cordobesa titulado Que no me falte la voz. Su carta de presentación, el sencillo Para hablar de amor, fue lanzado el pasado mes de abril para conmemorar el mes de la memoria y la solidaridad con las víctimas en Colombia.
Adriana cuenta que la canción nació después de un foro al que fue invitada a hablar. Su público diverso, recuerda, la hizo reflexionar sobre cómo “todos en Colombia tenemos la verdad”. Después del encuentro empezó a cuestionarse sobre su propia voz, en las veces que ella misma se ha censurado y en otras en las que muchos la han cuestionado o la han querido callar.
Esa misma voz se mantiene activa en las redes sociales, especialmente en Twitter. Pese a los insultos que recibe —confiesa— comienza a disfrutar esa interacción, porque como en “la vida y la humanidad lo que prevalece es la alegría y la buena onda”.
A pesar de que estos días de cuarentena ha aprovechado para componer canciones, cocinar y sentirse más acompañada de su familia, reconoce que son tiempos difíciles “en los que todos tenemos días buenos y malos, en donde es más importante llevar los sentimientos a flor de piel que obligarse a mantener siempre el ánimo arriba”.
En conversación con EL HERALDO manifestó que quería que su EP tuviera “todas esas emociones”: frustración, cansancio, esperanza y desconexión, “porque a veces hay que desconectarse de esta realidad y ponerse a bailar con las canciones de Lucy González”.
¿De dónde nace la idea de hacer este álbum?
Tenía muchas ganas de sacar música desde hace rato y nos pusimos las pilas para poderlo hacer. También es cierto que Dios, el universo y todo conspiró para lograrlo porque hay veces en que aparecen mil trabas que no te lo permiten, pero todo fue muy lindo. Empezamos a trabajarlo a finales del año pasado y por eso tenemos material y videoclips adelantados. Yo estoy contenta porque cada canción es especial, tan bien pensada que no hay ninguna de relleno y juntas cuentan una historia. Yo soy un desastre titulando las canciones, pero esta vez, curiosamente, tenía el nombre del álbum porque sabía que quería que se llamara ‘Que no me falte la voz’. Este es un nombre que resume la importancia de la voz y su protagonismo en una canción, pero además resume mi vida, la actual y mi pasado, en la cual ha sido importante que no me falte la voz.
El disco llega en un momento en el que mucha gente alrededor del mundo está usando su voz para manifestarse y tener conversaciones por diferentes razones…
Es una conversación muy hipócrita porque lastimosamente vivimos en un país clasista, muy discriminador, donde el racismo es estructural porque lo que sucede en Estados Unidos es un reflejo de lo que pasa en el mundo, en Latinoamérica, en la Costa. Además, ¿cómo será Colombia de racista que no se reconoce como tal? Eso le resta visibilidad a la lucha en donde la voz es tan importante para darles notoriedad a tantas comunidades que han estado oprimidas. Esto no es un tema de una sola persona, esto es algo estructural donde los actores, los presentadores de televisión te dicen de frente que los negros no venden y que por eso no se pueden poner en una portada, por ejemplo. También validamos frases como “me negrearon” y hacemos chistes sobre ellos…Es una lucha en donde es muy importante lo que podamos hacer con nuestra voz porque así como bendice y salva, también maldice y condena. Yo soy ilusa, yo lo sé, pero yo creo que Colombia está cambiando y va a seguir haciéndolo. En esta búsqueda de despertar conciencias, la gran transformación del pensamiento de esta sociedad llega cuando se escuchan las voces que no se habían escuchado. Hay muchas personas que hablan desde la ignorancia, la comodidad, el desconocimiento o la repetición porque así era como padres o abuelos decían ciertas cosas en la casa y eso los enorgullece.
Sin duda los valores son importantes de generación en generación, pero también es importante cortar con cosas que traemos de todas las generaciones. La gran evolución, el reflexionar e identificar lo que no está bien, todo eso viene cuando escuchas las voces.
¿Qué nos puede decir de las cinco canciones que conforman ‘Que no me falte la voz’?
Para hablar de amor trata de escuchar las voces de la Región, de la Colombia rural, de la que no existe en televisión.
Lo que nunca olvidaré es una canción escrita desde una lluvia en Bogotá. Amo esa visión fría, esa versión triste de la ciudad me encanta para escribir y me conecta. Entonces es preguntarme qué haría al ver a esa persona que no veo hace rato.
En El río me comparo con un río, ¿qué tal la sandez mía?, ¿qué tal el nivel del altanería? (risas), pero soy como ese río que siempre quiere volver a su caudal.
La frontera la escribí para una película rodada en La Guajira donde sus protagonistas hablan en wayuunaiki y es maravilloso poder llevar también el desierto en mi inspiración, porque yo soy una mujer del verde y del agua, entonces hablar desde el desierto y la brisa para volar ha sido todo un descubrimiento para mí. Es una canción que me revuelve un poco las tripas.
Lucy González nace de esa voz primera que admiré y que quise ser.
‘El río’ suena a una gran declaración de amor…
Debo confesar que yo no puedo escuchar esta canción sin llorar, eso es desde el día uno de su composición.
El río nace después de una conversación con el maestro Julio Reyes, con quien tuve la dicha de escribirla y con quien comparto una amistad. Yo le explicaba que nací en el bajo Sinú y detalles de mi tierra. Esto terminó siendo como una declaración de amor, sobre no quedarse con nada. Un río que se pone contento cuando vuelve al caudal, amor por siempre, de entregarlo todo, así soy yo, no soy de tibieces, todo o nada, entonces, esa canción hace parte de un amor con corriente, con fuerza. La amo con todo mi corazón y espero poder mostrarles un video digno de este tema.
Rehacer clásicos del folclor colombiano como ‘Sonia’ y ‘La tabaquera’ en el tema ‘Lucy González’ los mantiene vivos en la memoria de las nuevas generaciones. ¿Cómo asumió ese reto?
Es muy difícil llegar al equilibrio de Sonia y La tabaquera, canciones que están tan marcadas en la memoria de la gente. Aquí no se entra a descubrir el agua tibia, sino a cómo ponerles nuevos sonidos sin alterar su esencia y eso es muy difícil, más que hacer una canción nueva. Entonces hicimos algo nuevo, crear samples que están incluidos dentro de los arreglos aunque grabamos saxofones, clarinetes, trombones y bombardinos nuevos. Además, curiosamente, Lucy y yo tenemos la misma tonalidad y por eso pudimos traer a esta nueva versión un pedazo de su canción, eso fue espectacular. Eso fue muy bonito. También dejamos los saludos de ella y los de la orquesta porque anteriormente ellos también lo hacían.
Ahora, alteramos la métrica, el tempo, que está mucho más rápido para poder encajar ambas canciones. Sonia es un porro y La tabaquera es una cumbia, pero ambas en versión orquesta. Eso fue un trabajo arduo que se logró de la mano del productor Jairo Barón.
Además, en el videoclip yo quería que Martina y yo estuviéramos vestidas de la época. Parecemos gemelas porque nos vestimos y peinamos igual, en el video hay un momento en el que no se sabe quién es quién, pero me sentí delicioso bailando con mi pareja favorita que es mi hermana.
En el Caribe muchas veces la gente cree que lo típico es una pollera de bailar cumbia tradicional, pero no se reconocen en la cumbia y el porro de salón, siendo estos protagonistas en la música de nuestra región con exponentes como Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Esther Forero, entre otros. Entonces quise evocar eso en mi versión del vestuario porque, además, yo siempre he sido muy cuidadosa de la ropa y me gusta participar en ese proceso sin caer en el cliché de querer disfrazarme de algo.
Además, soy bailadora, soy de pueblo, amo mis polleras, pero también hace parte de mí tener una visión del vestuario.
¿Estas cinco canciones en el EP son parte de un proyecto más grande o considera que este es un álbum corto?
Para la Academia de la Grabación, el tecnicismo de EP es un álbum pequeño. Esto ha venido cambiando con el tiempo porque un disco era de 12 canciones, luego 10, luego 7, pero si te das cuenta, antes se sacaban LP con una o dos canciones de cada lado. Entonces, para mí, Que no me falte la voz es un álbum pequeño, pero es un álbum porque aunque son canciones diferentes todas tienen una historia que las une, forman un círculo completo.
Creo que quien lo escuche se va a encontrar con algo muy íntimo, de eso se trata este proyecto, de una intimidad profunda. Eso tiene que ver con lo que estamos viviendo actualmente.
Últimamente, en redes sociales se critica a quienes publican que se están conociendo en cuarentena, pero yo sí creo que nos perdemos de nuestros sueños, nuestra personalidad y no nos acordamos quiénes somos.
Yo todo el tiempo trato de preguntarme qué es lo que me gusta de cantar, qué me motivó a ser cantante, por qué es que yo uso la voz, por qué me gusta escribir canciones de amor, qué es lo principal, eso parece muy lógico, pero se nos olvidan nuestros propósitos y así es fácil desviarse y perderse de uno mismo.
Este disco es reencontrarme, redescubrirme y un ofrecerme, además, con todo el amor del mundo para todos los que me escuchen.